La invasión de Bahía de Cochinos: un correo electrónico inesperado

por Eduardo Zayas-Bazán

Valerio Rodríguez y Eduardo Zayas-Bazán en animada conversación

El pasado 14 de octubre de 2009 a las 9:20 a.m., recibí un correo electrónico de una desconocida. Se identificó como Sheila Betts y me dijo que era una cubana-americana que vivía en el estado de Washington. Me contó una historia alucinante. Su padre había fallecido de cáncer en California el año anterior y en su visita a Los Ángeles para su entierro, había tenido la oportunidad de sentarse con su tío Valerio Rodríguez y escuchar de su boca anécdotas interesantes de la familia. Así se enteró de que su tío había luchado en Bahía de Cochinos contra los invasores y que había recibido una lluvia de balas cuando conducía un jeep al comienzo de la invasión. Sheila quedó fascinada con la historia y empezó a investigar en la Internet sobre la invasión de Bahía de Cochinos. Encontró el nombre de Valerio Rodríguez en varios artículos y hasta en una novela. Entre los artículos sobre la invasión, halló uno fechado el 20 de abril de 2006 en el cual miembros de la Brigada de Asalto 2506 llevaban a cabo una recaudación de fondos para un museo en Miami. El siguiente párrafo le llamó la atención:

***Eduardo Zayas-Bazán, 70, hizo los primeros disparos en la invasión de Bahía de Cochinos cuando con otros cinco miembros de un equipo de demolición submarina trataban de desembarcar. Cuando la balsa de goma se acercaba a la playa, un jeep del ejército cubano escuchó un ruido y y empezó a girar para alumbrar hacia el agua. Grayston Lynch, un norteamericano de la CIA que había entrenado al equipo dio la orden de fuego y dispararon hasta destruir el jeep. Zayas-Bazán es profesor emérito de idiomas de East Tennessee State University.***

Sheila se puso en contacto con East Tennessee State University y con trabajo pudo conseguir mi correo electrónico. En su mensaje me preguntaba si me importaría hablar con ella por teléfono: "Hay tantas cosas de las que me gustaría hablar con usted. Hay tanto que compartir y aprender. Sería un honor para mí que usted pasase unos minutos en el teléfono conmigo. Mi tío es un hombre maravilloso. Vive en California y hoy hablaré con él para dejarle saber que lo he encontrado. Espero que este correo electrónico no lo moleste sino que lo anime a ponerse en contacto conmigo".

De más está decir que le contesté inmediatamente. Me habían dicho que algunos de los ocupantes del jeep habían muerto y esto siempre me había mortificado. Deseaba hablar con Valerio para saber exactamente qué había ocurrido. Le respondí de la siguiente manera:

"Siempre me he preguntado qué les habría pasado a los hombres que iban en el jeep. Me encantaría reunirme con su tío Valerio. Si me da su dirección y teléfono, me pondré en contacto con él. Le puede decir que he hecho amistad con otros que pelearon en el otro bando en Bahía de Cochinos. Esos eran tiempos de conflicto armado que deseo fervientemente que nunca más se repitan".

Y le di mis números de teléfono y mi dirección.

Esa misma noche Valerio y yo hablamos por casi una hora. Esta es su fascinante historia:

Valerio tenía entonces sólo 15 años y había ido al pueblo de Girón como voluntario para alfabetizar a los campesinos de esa zona. Valerio había hecho amistad con Mariano Mustelier, el jefe de la milicia local, y como Valerio era la única persona que sabía conducir un auto de cambios, se le había pedido que sirviese de chófer en un jeep que patrullaría la playa de Girón por las noches. Valerio, que se encontraba aburrido en ese pequeño pueblo, aceptó gustosamente.

A las 11:30 de la noche del 16 de abril de 1961, Mustelier le tocó la puerta a Valerio y le pidió que lo llevase al Bar de Blanco para hacer una llamada teléfonica. El jefe de la milicia necesitaba informarle a la jeftura en la ciudad de Cienfuegos que había un barco en peligro porque había observado unas luces intermitentes. Cuando Valerio y Mustelier se encontraban a unos cien metros del Bar de Blanco, el jefe de la milicia ordenó detener el jeep.

--¡Parece una invasión! ¡Dobla el jeep hacia el agua para que podamos ver lo que está pasando!

Cuando Valerio comenzó a cambiar el rumbo del vehículo, recibieron una andanada de balas. El combate en Bahía de Cochinos había comenzado.

Inmediatamente se lanzaron del jeep. Los cristales del parabrisas habían herido en la cara a Valerio y estaba sangrando. Los dos compañeros se parapetaron detrás del jeep y devolvieron el fuego. Después de unos minutos, el jefe de la milicia lo dejó solo. Valerio se quedó en una zanja al lado del vehículo hasta que vio aproximarse otro jeep. Pensando que eran milicianos, Valerio salió de su escondite y comenzó a hacerle señas al je ep para que se detuviese. Los soldados que iban en él eran parte de nuestras tropas y lo apresaron inmediatamente. Valerio pasó las siguientes setenta y dos horas como prisionero en la casa club del pueblo de Girón.

En noviembre 18-21 de 2009 yo tenía una conferencia del Consejo Americano para la Enseñanza de Lenguas Extranjeras (ACTFL) en San Diego. Después de la conferencia, mi esposa y yo íbamos a alquilar un auto para reunirnos en Los Ángeles con Juan y Mapy López de la Cruz para un viaje vitivinícola al Valle de Napa. Juan, un coronel jubilado del ejército de EE. UU., había sido prisionero junto conmigo después del desastre de Bahía de Cochinos. Pensábamos pasar las noches del 22 y el 23 de noviembre en Los Ángeles. Sería una magnífica oportunidad para reunirnos con Valerio. Cuando le conté a Sheila nuestros planes, se entusiamó y decidió volar a Los Ángeles para cenar con Valerio y nosotros la noche del veintidós.

Fue una velada memorable llena de historias y buena voluntad. Queríamos compartir tantas experiencias. ¡Cómo habían cambiado las cosas en 48 años! Valerio había podido salir de Cuba durante la emigración de Mariel en 1980. Después de la invasión de Bahía de Cochinos había gozado de fama por un tiempo. Pero poco después los barcos de pesca de su padre habían sido confiscados como todos los otros negocios privados de la Isla. En 1969 Valerio había tratado de escaparse de Cuba en una balsa, pero fue sorprendido y capturado por el gobiernos comunista. Lo mantuvieron preso en Villa Marista, la jefatura de seguridad del estado en La Habana, por 91 días. Cuando por fin el gobierno lo dejó en libertad, lo llevaron a su pueblo natal de Güira de Melena y usaron su libertad como propaganda para demostrar la buena volunta de la revolución con los contrarrevolucionarios. Para 1980, Valerio era considerado un enemigo de la revolución.

Al comienzo del éxodo del Mariel en abril de 1980, la seguridad del estado le aconsejó que aprovechase esa oportunidad para marcharse de Cuba. Fue así como Valerio llegó a Miami y meses después se mudó para Los Ángeles para estar con su hermano Freddy. En Los Ángeles tuvo diferentes trabajos: abrió un pequeño restaurante, vendió autos de uso, y eventualmente fue dueño de una agencia de autos. Desde 1987 ha trabajado en el campo de la publicidad con estaciones de radio y televisión. En estos momentos tiene una compañía que asiste a personas que están en bancarrota. Además de ser dueño de su propia casa, Valerio posee otra que alquila y conducee un BMW convertible de 2007. Valerio ha hecho realidad el sueño norteamericano y disfruta de todas las libertades que le fueron negadas en Cuba.

Entre nuestros planes futuros está que Valerio visite Miami para que pueda conocer a los otros hombres rana y otros veteranos de la Brigada 2506 que desembarcaron en playa de Girón ese día fatídico. Espero que tan evocador encuentro ocurra pronto.

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