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HOMENAJE A UN SOLDADO INSURRECTO


Por Hugo J. Byrne

Pregunta: “¿Qué sabes tú de tácticas militares, Fred?”

Respuesta: “No mucho, pero compré un manual sobre el tema, ya he leído la mitad y para cuando llegue mi tren a San Francisco habré terminado el libro y aprendido todo lo necesario”. (conversación entre el Congresista por Kansas Edward H. Funston y su hijo Frederick, justo antes de la partida de este último para Filipinas en mayo de 1898, al frente del Regimiento 20 de Voluntarios de Kansas).

Al alba del 28 de agosto de 1897 el Comandante del Ejército Libertador de Cuba Frederick. N. Funston estudiaba los reductos y trincheras con alambre de púas protegiendo la población de Las Tunas, al extremo occidental de la provincia de Oriente. Las Tunas era la segunda ciudad más fortificada de las fuerzas coloniales después de Santiago, Capital de la provincia. Funston estaba a cargo de la novel artillería insurrecta (una batería de seis cañones) y a las órdenes directas del General Calixto García Iñiguez, jefe cubano en la zona oriental. A diferencia de occidente donde Máximo Gómez burlaba a Weyler con su campaña de movimiento y quema de cañaverales, Oriente en el verano del 97 era zona de guerra estática, donde las tropas coloniales ya se habían resignado al embotellamiento permanente en los centros urbanos. Los soldados de García, dueños del campo en la provincia de mayor extensión de la Isla, se dedicaban a cortar líneas de abastecimiento y sitiar donde fuera posible a los atrincherados peninsulares (1).

Esa táctica, usada por primera vez ante Cascorro, dio positivos y dramáticos resultados, incluso en lugares fuera del territorio oriental, como la toma de Guáimaro. A veces también resultó en serios reveses, como en Jiguaní. Tomar Tunas para García entrañaba un imperioso objetivo inmediato: alimento para la tropa. La combinación de la “Reconcentración” de Weyler y las actividades agresivas del “U.S. Revenue Cutter Service” (precursor del Servicio de Guardacostas Norteamericano, que también protegía los intereses de los tiranos en Cuba) no habían podido detener la presión militar insurrecta, pero sí el aprovisionamiento adecuado de comestibles. Las despensas en Las Tunas rebosaban de harina y enlatados, extremo bien conocido por García y Funston y el que fuera enfatizado por ambos en sus arengas a la hambrienta tropa cubana.

¿Qué pensamientos serían los del diminuto aventurero famélico, febril de malaria y vestido en harapos mientras observaba las fortificaciones que se disponía a pulverizar? ¿Quizás en el frío que pasara en el invierno de 1893, cuando explorara por sí solo el Klondike, estudiando la flora de Alaska? Para salir de ese aprieto Funston construyó solito un rudimentario bote en el que remara decenas de millas hasta la desembocadura del Río Yukon, donde un buque con rumbo a California milagrosamente lo localizara y recogiera. ¿O quizás pensaba en cuando abandonara sus estudios universitarios en 1890 sin haber alcanzado un título académico, para unirse a una expedición del Departamento de Agricultura a las tierras bajas de Dakota? ¿O quizás en los servicios que prestara para el mismo Departamento de Agricultura en el Valle de la Muerte de California al año siguiente (2)?

Con una apariencia física que disfrazaba su vigor, el insurgente de cinco pies y tres pulgadas de estatura y ciento veinte libras de peso recibiría su bautismo de fuego en la campaña independentista de Cuba. Más que sus conocimientos de guerra, su natural talento táctico y su fiereza en el combate, le ganaron la promoción a Comandante.

Le fue bien difícil ingresar al ejército mambí. El temor a los espías de Madrid obstaculizó su reclutamiento por muchas semanas. Pero, “Fearless Fred” (Fred sin miedo), como lo llamaría la prensa después de sus hazañas de Filipinas, no era hombre que se diera por vencido ante ningún obstáculo. Se presentó a la Junta Revolucionaria Cubana como “experto en artillería”. Ya en Cuba y ante la penetrante mirada de Máximo Gómez, admitiría su ignorancia, ganándose la indulgencia del viejo soldado: “Por lo menos usted reconoce que no sabe nada. No puede ser peor que el último americano que reclutamos, quien decía saberlo todo sin saber nada. Aprenda bien el uso de los cañones y usted se encargará de ellos” (1).

Para Funston Gómez era un jefe muy duro a quien a un mismo tiempo se admiraba y se temía: “La primera impresión del General Gómez era la de un hombre ordinario. Eso era, hasta que uno se cruzaba con su mirada: sus ojos echaban fuego”. Por contraste, al igual que el resto de los insurrectos de Oriente, el voluntario de Ohio veía en el aguerrido y venerable General García un segundo padre.

Las Tunas capituló en dos días, devastada por los cañones de Funston. La guarnición española sucumbió víctima tanto del cañoneo insurrecto, como de la sorpresa que causara el uso de semejante arma por parte de las fuerzas cubanas. En un momento dado la tropa peninsular dejó de combatir por propia iniciativa, sin que la oficialidad intentara evitarlo.

En sus “Memoria de dos guerras” Funston describe cómo al llegar a las cocinas españolas de Tunas, casi muerto de hambre, reventara de un machetazo una lata de chorizos y comiera todo su contenido con la voracidad de un animal salvaje. “Fearless Fred” observó la repugnancia y el desagrado con que varios oficiales peninsulares presentes miraban a este hombrecito pelirrojo, semidesnudo y negro de pólvora, saciar su hambre primitivamente. Sin embargo, pensó que la oportunidad de encontrarlos de nuevo “socialmente” era muy remota: “Por eso decidí continuar comiendo como un cerdo hasta hartarme”(1).

Para premiar a los cubanos destacados en esta “Victoria de las Tunas”, García ascendió a varios combatientes. Entre ellos promovió a Funston al rango de Teniente Coronel. Pocos días después la malaria se ensañaría en el insurrecto norteamericano, forzando su evacuación.

De regreso a Estados Unidos y victorioso también sobre la fiebre, al desencadenarse la guerra con España, Funston fue comisionado como Coronel del contingente voluntario que Kansas enviara para contribuir a la “pacificación” de Filipinas. Al capitular España, las hostilidades continuaron al no reconocer Washington la independencia de las islas del Pacífico (4).

Rebeldes al mando del patriota Emilio Aguinaldo atacaron los emplazamientos norteamericanos en los alrededores de Manila en febrero de 1899. En ese combate fueron los voluntarios de Kansas quienes lograron establecer una cabeza de playa en la ribera opuesta de Río Grande en la zona de Calumpit. El encuentro ocurrió después que los insurgentes destruyeran el puente en dicho río, deteniendo temporalmente el avance norteamericano sobre Caloocan, la capital rebelde.

Por esa acción heroica realizada desafiando una verdadera lluvia de plomo, los soldados rasos Trembley y White y el Coronel Fuston recibieron la Medalla de Honor. Una semana más tarde Funston fue ascendido a Brigadier. Poco tiempo después las unidades de voluntarios fueron disueltas y para ese propósito Funston recibió la orden de reportar a San Francisco.

A su regreso a Norteamérica en vez de ser licenciado del servicio militar, el antiguo insurrecto de Cuba fue informado de su transferencia inmediata al Ejército de los Estados Unidos. Washington no tenía la menor intención de prescindir de un soldado tan notable y nunca encontraría motivos para arrepentirse (3).

En marzo de 1901 Funston desembarcó del cañonero Vicksburg en la Bahía de Casigurán, a poco más de cien millas de la capital guerrillera. Su unidad se componía de otros cuatro oficiales norteamericanos y unos ochenta selectos constabularios filipinos, entre los que se contaba un desertor de la guerrilla que conocía el escondite de Aguinaldo. Pretendiendo ser prisioneros de una unidad guerrillera representada por los constabularios, los hombres de Funston se introdujeron subrepticiamente en el cuartel general de Aguinaldo, haciéndolo prisionero. La operación, ensayo brillante de futuras acciones de fuerzas especiales, culminó en éxito completo, permitiendo la pacificación del Archipiélago de Filipinas (a excepción de la insurgencia de los llamados “Moros”, fanáticos musulmanes que mantuvieran acciones de terror en Mindanao durante varios años más) (3).

A veces ciertos individuos se ven en posición providencial de proteger a la sociedad para enfrentar catástrofes, aliviando sus grandes tragedias. Tal fue el caso de Funston, quien estaba al frente de la guarnición de Presidio durante el terremoto y consiguiente devastador fuego de San Francisco en 1906. Gracias a su rápida y enérgica actividad se salvaron vidas, se logró que los abastecimientos llegaran a los damnificados y se evitó el saqueo, a pesar de que nunca se llegara a declarar la ley marcial. Por desgracia Nueva Orleans no tuvo un Funston cuando sufriera a “Katrina” en el año 2005.

En abril de 1914, cuando las relaciones de Estados Unidos y México llegaran a ponerse al rojo vivo por el golpe de estado del General Victoriano Huerta y el asesinato del Presidente Francisco Madero, fue Funston quien al frente de 8,000 soldados e infantes de marina ocupara Veracruz. Un barco alemán que por órdenes del Kaiser se disponía a desembarcar armas y pertrechos para las fuerzas de Huerta tuvo que darse a una precipitada e ignominiosa fuga.

En esa oportunidad Funston (quien no era “políticamente correcto” sino por el contrario bastante bocón), incurrió en el desagrado del Presidente Wilson con poco diplomáticas declaraciones a la prensa sobre la incapacidad del ejército mexicano y la disposición de su comando para “tomar la capital de México”. Funston era tan sólo un guerrero nato y como George Patton Jr., un eterno amante de la acción ofensiva. A pesar de esto, llegó a ser tan popular que su nombre se mencionara como posible candidato presidencial norteamericano en las elecciones de 1904. Como más tarde McArthur en Corea, Funston fue también relevado de su mando en Veracruz, por el entonces presidente Widrow Wilson.

Poco tiempo después, la incursión de Pancho Villa en Colombus Nuevo México encontró a Funston al mando militar de esa zona. Empero, el Presidente Wilson, exasperado por la “cabeza caliente” de “Fearless Fred”, le ordenó enviar al frente de la expedición punitiva de México a su subordinado, el General John (“Black Jack”) Pershing. Pershing, quien como Funston era un famoso veterano de Cuba y Las Filipinas, terminó esa empresa con dudoso éxito (4).

Cuando en 1917 Estados Unidos declarara la guerra al Imperio Alemán, todos esperaban que Funston comandara las tropas expedicionarias de los Estados Unidos en Europa. No alcanzaría ese mando, pero el esta vez fue el destino quien escogiera de nuevo a Pershing.

El 19 de febrero de 1917, después de cenar con varios amigos en el Hotel Saint Anthony de San Antonio Texas, aledaño al Fuerte Sam Houston (su Cuartel General), el Mayor General del U.S. Army Frederick N. Funston se disponía a escuchar los acordes de la orquesta. Segundos después el guerrero moría a causa de una coronaria masiva. Increíblemente, el soldado por antonomasia, quien había arriesgado la muerte docenas de veces, perecía víctima de causas naturales.

Funston fue uno de los soldados más heroicos y coloridos en la historia de un país que nunca ha tenido déficit de militares brillantes. Aunque a su muerte era el general norteamericano más famoso, su memoria intrigantemente languidece y su figura histórica es en gran parte desconocida del público tanto aquí como en Cuba.

Para los cubanos Frederick Funston es paradigma de los hombres que forjaran nuestra independencia de España a fuerza de bravura y dedicación, a pesar de que como el Generalísimo Máximo Gómez y otros muchos, no era nativo de Cuba.

Honor a su heroica memoria.


1. The Spanish War by George O’Toole, Penguin Books Canada Ltd. Ontario 1984

2. General Frederick M. Funston Fort Sam Houston Museum, San Antonio Texas.

3. Memories of Two Wars by Frederick M. Fuston, New Yok, 1914

4. The .45 with Pershing in Mexico by Col. Charles Askins (America The Men and Their Guns That Made her Great) Petersen Publishig Co. Los Angeles, CA 1981


Texto de la citación presidencial otorgando la Medalla de Honor:

“The President of the United States in the name of the Congress takes pleasure in presenting the Medal of Honor to: Funston, Frederick

Rank and Organization: Colonel, 20th Kansas Volunteer Infantry. Place and date: At Rio Grande de la Papanga, Luzon, Philippine Islands, 27 April 1899. Entered Service At Lola, Kans. Birth: Springfield, Ohio. Date issue: 14 February 1900.

Citation:

Crossed the river on a raft and by his skill and daring enabled the general commanding to carry the enemy’s entrenched position on the north bank of the river and to drive him with great loss from the important strategic position of Calumpit.”

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