OPERACION YUNQUE

Por Hugo J. Byrne

A los heroicos veteranos de la Brigada 2506 de Bah�a de Cochinos y al sufrido pueblo cubano.

Una extraordinaria fuente de inspiraci�n para m� es la correspondencia interesante de lectores comentando temas que aparecen en esta columna. Sobre todo si poseen conocimiento hist�rico y capacidad intelectual. Uno de ellos recientemente me hizo recordar el verano de 1986, cuando recorr� hacia el noreste la Ruta Napole�n desde Niza en la costa mediterr�nea de Francia, hasta doblar hacia el norte por la carretera que conduce a la ciudad de Grenoble.

Esa zona verde, ondulante y hermosa, fue escenario de la tercera invasi�n aliada a Europa Continental y la segunda en territorio franc�s, el d�a 15 de agosto de 1944. El desembarco en el sur de Francia fue llamado Operaci�n “Yunque” (“Anvil”) hasta que requerimientos de inteligencia forzaran cambiar su nombre a “Drag�n” (“Dragoon”), apenas una semana antes de la fecha del desembarco.

A diferencia de “Overlord” el 6 de junio, cuando las inclemencias del tiempo en el Canal sugirieron err�neamente que el desembarco aliado se postpondr�a de nuevo, “Anvil” era esperada por las fuerzas alemanas precisamente para el 15 de agosto. Los germanos hab�an detectado inequ�vocos movimientos de tropas aliadas y especialmente francesas en el frente italiano, extremo que no presagiaba demora en el asalto a la Riviera. Sin embargo, al igual que en “Overlord”, Berl�n tampoco sab�a la localizaci�n exacta del desembarco.

“Anvil” respond�a a un mismo tiempo a una v�lida raz�n estrat�gica y a una imposici�n pol�tica. La segunda era la demanda de Stalin en la reuni�n de los “Tres Grandes” en Teheran, en noviembre de 1943. Esa demanda fue respaldada sin reservas por el Presidente Franklin Roosevelt y opuesta con u�as y dientes por el Primer Ministro Brit�nico Winston Churchill, quien perdi� ese debate por voto de dos a uno. La visi�n estrat�gica de Churchill trascend�a la victoria en la guerra, previendo ya el desenfrenado apetito imperialista de los totalitarios en Mosc�, a quienes intentaba poner frenos desde muy temprano.

La v�lida raz�n estrat�gica era que Estados Unidos contaba ya con 40 nuevas divisiones entrenadas y equipadas para el asalto en Alemania y que la cabeza de playa de Normand�a, aunque consolidada y expandi�ndose lentamente, no promet�a conquistar a tiempo suficientes puertos en el norte de Europa para absorber ese influjo enorme de hombres y equipos. Por el contrario Marsella, segundo puerto en capacidad al norte del Mediterr�neo, fue correctamente escogido por el Jefe del Estado Mayor Norteamericano General George C. Marshall por contar con facilidades portuarias suficientes para el transporte y desembarco directo de todas esas fuerzas desde Estados Unidos.

“Anvil”, lejos de una repartici�n de tropas aliadas en dos teatros distintos, fue una operaci�n que persegu�a y obtuvo una pronta consolidaci�n en un solo frente en menos de un mes, adem�s de hacer posible en el proceso la conquista de un puerto id�neo al desembarco profuso de hombres, equipos y vituallas a nivel enorme. El concepto general fue utilizado m�s tarde por Douglas McArthur en el desembarco de Inchon en la costa occidental de Corea.

El asalto al sur de Francia obtuvo temprano �xito a pesar de que todo pudo haber sido muy diferente. Los primeros soldados en desembarcar eran 800 comandos franceses bajo la direcci�n del “comecandela” Teniente Coronel G. Regis Bouvet. Las tropas especiales que dirig�a estaban formadas por veteranos de las campa�as de Africa e Italia, quienes por la primera vez en cuatro a�os se aprestaban a pelear en el suelo de su pa�s. La misi�n de Bouvet era desembarcar en Cap Negre y cortar la carretera en la costa, estableciendo una barricada contra posibles contraataques desde el oeste a la zona del desembarco propiamente dicha, San Rafael.

La unidad de Bouvet era precedida por un grupo de nueve zapadores en una balsa de goma, quienes durante la noche del d�a 14 se dedicar�an a volar las garitas de hormig�n de los alemanes en la playa. El Sargento Georges du Belloq que los comandaba, aparentemente desembarc� en el lugar equivocado y oyendo voces en alem�n inici� una escaramuza en la que el aturdido enemigo se tirote� a s� mismo en medio de la obscuridad.

El tableteo de las armas autom�ticas lleg� a o�dos de los comandos repartidos en 20 LCI (buques de desembarco). El Capit�n canadiense del LCI que trasportaba a Bouvet, viendo perdido el factor sorpresa, decidi� no desembarcar. Agotados los argumentos despu�s de una discusi�n acalorada, Bouvet finalmente convenci� al marino aplicando el ca��n de la .45 “Government Model” en su costado. Era vencer o morir.

Los comandos desembarcaron escalando un acantilado abrupto y rocoso. En la refriega que sigui� al desembarco decimaron a los defensores, destruyeron emplazamientos de bater�as costeras, alcanzaron a los zapadores de du Belloq y tomaron Cap Negre, estableciendo una barricada s�lida en la carretera a San Rafael y una cabeza de playa de dos millas de profundidad por una milla de ancho. Infligieron 300 muertos al enemigo, tom�ndole 700 prisioneros mientras sosten�an sus posiciones hasta que las avanzadas del VI Cuerpo bajo la direcci�n del Mayor General Lucian K. Truscott Jr. (otro “comecandela”) los remplazara. Todo esto en menos de 12 horas de combate. Sus bajas fueron 11 muertos y 50 heridos.

Cuando a media ma�ana del d�a 15 el General “Iron” Mike O’Daniel y su Tercera Divisi�n en el flanco izquierdo del VI Cuerpo hizo el primer contacto de radio con los Comandos, la conversaci�n fue breve: “Hello Bouvet”. “Bueno, lo hicimos”. Pocas horas despu�s el Coronel Bouvet hac�a contacto con los primeros soldados norteamericanos en el sur de Francia.

Sin embargo, todas las acciones heroicas del 15 de agosto de 1944 no habr�an servido de mucho sin el uso de la decisiva superioridad a�rea y naval de los aliados. Sus bombardeos, a�reos y navales mantuvieron a raya a la 11Divisi�n Panzer de SS, la que se vi� imposibilitada de avanzar al este del r�o Durance, afluente del R�dano, porque sobre �l no quedaba ya un puente usable.

En Anvil-Dragoon se destacaron soldados profesionales de primera categor�a como el General Alexander Patch, encargado por el Estado Mayor Aliado para dirigir la operaci�n y sus subordinados Truscott y el hombre a cargo de tomar Tol�n y Marsella al frente de un resurrecto Ej�rcito Franc�s, el General Jean de Lattre. Este �ltimo, 13 d�as despu�s del desembarco de San Rafael y con semanas de anticipo al itinerario planeado, pudo comunicar a su jefe De Gaulle: “En este d�a, D+13, no existe ning�n alem�n en el sector del Ej�rcito B que no est� muerto o capturado”.

Hecho prisionero por los alemanes en 1940, de Lattre intent� escapar en dos oportunidades de su cautiverio siendo recapturado ambas. La tercera vez para su gran suerte tuvo �xito, ya que de acuerdo a las disposiciones de Ginebra pudo haber sido ejecutado. Sirvi� entonces al gobierno de Vichy hasta que ante la victoria aliada en Africa del Norte, toda Francia fue ocupada por los alemanes. Los puertos conquistados por de Lattre en el sur de Francia recibir�an m�s de 900,000 soldados y m�s de 4 millones de toneladas de material de guerra.

En Anvil-Dragoon pelearon estrellas de Hollywood como Douglas Fairbanks Jr. y Jean-Pierre Aumont. En esa era el estrellato de no se identificaba con antinamericanismo, uso de drogas o extravagancia.

Por sobre todo Anvi-Dragoon demostr� que la acci�n decidida hace prodigios, pero s�lo cuando las alianzas se mantienen, s�lo cuando las promesas se cumplen y s�lo cuando la vergüenza no flaquea.

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