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Cuba: el genocidio ignorado

por Carlos Wotzkow


Dedicado a Armando M. Lago

"As was the case in pre-glasnost Soviet Union and Communist Eastern Europe, Cuban criminal theory holds that capitalism is the cause of most criminal behavior."

Armando M. Lago, Ph.D.
The Politics of Psychiatry in Revolutionary Cuba, 1991


Hay gente a la que le gusta hablar mal de los muertos, o redactar obituarios. Los hay que incluso esperan a que sus enemigos mueran para hacer pública la opinión que nunca tuvieron el valor de expresarle en vida. A mí por el contrario, me gusta decirles a los enemigos y a los amigos lo que pienso de ellos cuando aÃú están vivos, cuando aÃú pueden darme una patada, o sentir la satisfacción de un reconocimiento justo.

Armando M. Lago es uno de esos héroes cubanos que casi nadie conoce, de la misma manera que yo soy un admirador totalmente desconocido para él. Armando, que es como yo le llamaría si tuviera el honor de ser su amigo, ha sido el cubano más sensible, perseverante y consciente del genocidio cubano. Una masacre que dura ya medio siglo. Un genocidio ignorado, un genocidio atípico a la mayoría: de esos que pasarán en puntillas por la historia sin ser jamás reconocidos internacionalmente.

En el mundillo liberal de la academia norteamericana se cuentan, a partir de 1950, unos 20 genocidios internacionales. Sus categorías van desde los 10'000 asesinados, hasta aquellos que pasan el millón. Pasando por alto entonces, esos que tienen menos de 100'000 víctimas, quedan ocho. Y cito: el de Sudan (1955-72), el de Uganda (1971-79), el de Burundi (1972-73), el de Bangla Desh (1971), el de Camboya (1975-79), el de Indonesia (1965-67), el de Yugoslavia (1996-99) y el de Irak (1980...).

Todo parece indicar que los EEUU terminarán reconociendo el genocidio cubano al igual que han hecho con el de los armenios: un siglo después. O no reconociéndolo nunca, como hacen todavía con el genocidio de Stalin, aÃú después de muerto su artífice principal. En cambio, los cubanos tenemos un relator especial en este esfuerzo por hacer escuchar nuestra voz. Ese hombre admirable se llama Armando Lago. Sin su esfuerzo, ya les anticipo, la terrible memoria histórica del castrismo jamás estaría completa.

Armando sabe que una inmensa mayoría de los políticos del mundo son demasiado cobardes y oportunistas para enfrentarse al carnicero de Cuba y llamarle genocida en vida. Armando sabe además, que contrario a lo que ocurre con la mayoría de los genocidios, el castrista ha sido internacionalizado. Armenios fueron victimas de los Turcos, los del Sur sudanés fueron las victimas del Norte En Ruanda, los tutsis fueron las víctimas de los hutus y en Burundi fue al revés, hasta llegar a los iraquíes, exterminados por la cizaña de sus propios guías religiosos.

Castro, por el contrario, no sólo se ha dedicado a matar cubanos. El régimen que dirige no sólo ha asesinado para mantener el control del poder dentro de sus fronteras. Castro ha asesinado para exportar su ideología y lo ha hecho en Santo Domingo, Venezuela, Panamá, Guatemala, Uruguay, Argentina, Bolivia, Chile, El Salvador, Vietnam, Etiopia, Angola, Mozambique, Congo, Nicaragua, Colombia, e incluso en los Estados Unidos. Si sumásemos a los más de 90’000 cubanos asesinados por Castro, aquellos masacrados directa o indirectamente por él en estos países, no menos de un millón sería el total de sus víctimas.

Pudiera parecer repugnante analizar el costo y el beneficio del asesinato en masa, pero hacerlo en el mundo moderno nos ayuda a confirmar que sólo algunas ideologías hacen uso de él sin que medie un conflicto bélico. Por ese motivo, el caso cubano no tiene precedentes en la historia moderna, incluso si incluyéramos el caso argentino. Las victimas de Fidel Castro han variado desde los opositores políticos (ejecutados por miles y sin garantías judiciales) hasta los niños de apenas unos meses de edad, las mujeres y los ancianos que han intentado escapar.

Escritores como García Márquez, o Eduardo Galeano han estado siempre muy molestos con las destrucción de las sociedades primitivas indo-americanas a manos de los colonizadores, pero han idealizado las masacres de sus amigos de izquierda como si se trataran de amantes de la paz, o verdaderos humanistas dedicados por entero al bienestar de la sociedad. Por desgracia, el caso cubano nos demuestra que esta idealización no encaja en la conducta de un asesino que por sacralizar, ha sacralizado hasta el terrorismo.

AÃú cuando para todos queda claro que los cubanos fueron divididos por Castro en “revolucionarios†y “gusanosâ€, hoy todos sabemos que los tipos de gusanos no han parado de aumentar en su lista, mientras que se reducía el número de los revolucionarios aceptables para él. Hay que decir que incluso Hitler clamó por el derecho a la defensa nacional para iniciar su genocidio inmundo en contra de los judíos después de un ataque en la frontera polaca, mientras que Castro, lo inició incluso antes de declararse en posesión de una ideología superior.

Poseer una creencia política “correcta†ha sido la justificación de Castro para asesinar decenas de miles de cubanos. Su código ético nos rebajó a la categoría de animales (gusanos) inferiores a los ojos del mundo. Esto hizo parecer menos amoral sus crímenes. Europa todavía idealiza la imagen de uno de sus lugartenientes más sanguinarios. Para entender esta ausencia de reacción hace falta escuchar a las victimas que lo han sobrevivido, y aunque cada uno de los cubanos tiene un amigo muerto en el mar, o en Ãfrica, o en una prisión cubana, Cuba no tiene mejor testigo de esta masacre que Armando Lago.

Que Dios le proteja y le de la salud que merece. Cuba le necesita, y mucho.


Carlos Wotzkow
Bienne, Octubre 31, 2007



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