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Aquí les paso mi segunda columna en el Diario las Américas.. Se trata de un comentario sobre un libro que ha salido sobre los fallos de la contraineligencia que es muy importante. Además, por primera vez sale algo publicado sobre el daño que hizo a los Estados Unidos la agente más importante que ha tenido Castro hasta ahora dentro del gobierno de este país: Ana Belén Montes. Habla un poco de Alberto Coll, quien no hizo más daño porque fue descubierto a tiempo. En ese caso el director del Nuevo herald me dejó colgado sin darme el apoyo debido. Cuando escribí denunciando este caso, Coll envió un arrogante artículo atacándome que fué publicado, aparentemente bajo presión de la gerencia del Miami Herald. Cuando le pedí que publicara mi respuesta a ese artículo, ignoró mi pedido. Esa experiencia, anterior a la debacle de los despidos, influenció mucho mi decisión de irme del Nuevo Herald.
Saludos, ernesto
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Revelaciones sobre el espionaje cubano
Por Ernesto F. Betancourt
Acaba de salir un libro que recomiendo a todos los cubanos. Se titula ENEMIES: How America´s foes steal secrets – and how we let it happen por Bill Gertz. Este reportero cubre el Pentágono para el Washington Times. El libro provee excelente documentación sobre diversos casos de espionaje en los que ha habido fallos en la contrainteligencia de los EEUU. En el capítulo 8, revela el contenido del informe que hizo la Oficina Ejecutiva de Contrainteligencia Nacional sobre el daño causado a la seguridad de los EEUU por la espía confesa Ana Belén Montes. También habla del caso de Alberto Coll, quien fuera subsecretario de Defensa en época de Bush padre. Un alto funcionario del FBI, sin dar detalles, dijo “hay más en este caso.”
Ana Montes trabajó para la inteligencia cubana por dieciséis años. Fue reclutada cuando todavía estaba estudiando. La Dirección General de Inteligencia (DGI) la encaminó a una carrera en la Defense Intelligence Agency (DIA), o sea la agencia de inteligencia del Pentágono, donde llegó a ser la analista principal sobre Cuba. Tuvo más de cien reuniones con agentes de la (DGI). De acuerdo con Gertz, “Ana Montes puede haber causado más daño a la seguridad nacional de los EEUU que los infames casos de Aldrich Ames (CIA) y Robert Hanssen (FBI). La razón es sencilla. Ella tenía acceso a secretos de inteligencia mucho más vitales que cualquiera de esos dos agentes dobles.”
En varias ocasiones, Ana Montes rechazó ascensos para seguir como analista de inteligencia, lo cual le daba acceso no tan sólo a inteligencia sobre Cuba. Ella tenía acceso a todas las bases de datos computarizados de inteligencia de otras agencias en un sistema llamado (CIRAS). Informó a los cubanos de agentes que viajaban a Cuba, así como los nombres de cuatro cubanos que habían aceptado colaborar con la inteligencia americana. En 1999, después de una visita a la base de la National Security Agency (NSA) en San Antonio, Texas, pasó a la inteligencia cubana la información que obtuvo sobre el monitoreo electrónico de Cuba y América Latina. Cuba pasaba la información provista por la Montes a Rusia, China y otros países. Y, en algunos casos, la cobraba.
La Montes no se limitó a pasar inteligencia a los cubanos, sino que también influenció con su desinformación la política de EEUU hacia Cuba. Esto pasó bajo la administración Clinton cuando ella restó importancia al desarrollo de agentes biológicos en Cuba y llegó “a la sorprendente conclusión de que Cuba no representaba ninguna amenaza militar apreciable para los EEUU.” Esto pareció demasiado a William Cohen, el republicano Secretario de Defensa de Clinton, llevándolo a poner palabras de cautela en la introducción del informe coordinado por la Montes.
Al momento de ser descubierto, Alberto Coll presidía el Departamento de Investigaciones Estratégicas en el Colegio de Guerra Naval en Newport, Rhode Island. La contrainteligencia evadió revelar detalles de su caso. Coll confesó haber mentido al decir que viajó a Cuba para visitar a una tía enferma. En realidad, fue a visitar a una amante. Gertz informa que la DGI cubana usó a la amante para reclutar a Coll.
Coll hubiera podido hacer aún más daño a EEUU que la Montes. En 2001 fue presentado a Donald Rumsfeld en una terna de tres para ocupar el tercer cargo en el Pentágono. Afortunadamente, no lo escogió. Denuncié el encubrimiento de Coll en El Nuevo Herald. Envalentonado por el encubrimiento, escribió un feroz ataque contra mí. El Director del Herald se negó a publicar mi respuesta. ¿Por qué? Nunca me explicó.
Diario Las Americas
Publicado el 09-26-2006
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