HOY COMO AYER ( A LOS 42 AÑOS DE GIRON)

Por Fernando Marquet

Mientras escenas de la guerra en Irak se repetían a lo largo de estos días en la televisión, no podía sustraerme a superponerlas, mezclarlas y hasta confundirlas con otras de mi propia experiencia; cuando las balas zumban como abejas mortales (cada zumbido es una escapatoria, pues la bala que uno oye ya no nos matará) y uno sabe que entre uno y la nada sólo media un destello brevísimo: basta que la onza de plomo acierte con el lugar preciso para uno deje de existir.

También fue en Abril, de 1961 (tan lejano en el tiempo como estaba entonces de nosotros nuestra guerra de Independencia y, sin embargo, tan fijo en la memoria como acabado de ocurrir) y yo formaba parte de la Brigada de Asalto 2506 que, con ayuda de Estados Unidos, había desembarcado en Bahía de Cochinos para constituir la cabeza de playa de las fuerzas que habrían de derrocar al castrismo.

Detrás se nos prometía que tendríamos cobertura aérea y se nos insinuó que incluso el ejército americano ayudaría si fuese necesario. Imaginemos a un grupo de patriotas iraquíes, lanzados en los pantanos de Mesopotamia, a los que Estados Unidos les hubiese prometido algo semejante al despliegue militar que hemos visto en estos días en la televisión y que ese respaldo no se produjera.

La prensa castrista y sus amigos no sólo se regocijaron con nuestra derrota, sino que nos tacharon de mercenarios y de cobardes.

Estos son algunos de los adjetivos con que suelen describirnos hasta el día de hoy en los textos de historia que leen los niños en las escuelas de Cuba; pero, en verdad, yo recuerdo el entusiasmo patriótico que nos animaba a todos aquel 17 de Abril: creíamos que éramos realmente la vanguardia de una operación de rescate, el rescate de un pueblo secuestrado por un falso profeta y peligroso demagogo. Nosotros no habíamos desembarcado en nuestro país al servicio de una potencia extranjera, sino imbuidos de la certeza de que contribuíamos a devolverles a los cubanos, a todos los cubanos, incluyendo a los milicianos que fueron los primeros en presentarnos resistencia, la dignidad humana que el castrismo les había arrebatado.

Muchos de aquellos enemigos de entonces, que celebraron nuestra derrota tres días después del desembarco y pedían nos enviaran al paredón de fusilamiento, no podrían imaginarse la dictadura que entonces comenzaba (la MÁS larga de este continente), de la que tantos de ellos terminarían por ser víctimas: muertos, encarcelados, exiliados, marginados y, en el mejor de los casos, frustrados por el resto de sus vidas. Cuarenta y dos años después, algunos de aquellos jóvenes, que festejaron con ron y diatribas la llamada "victoria de Girón" han entrado ahora mismo, como hombres y mujeres maduros, en las cárceles del castrismo, como presos de conciencia.

Me embarga al decirlo una entristecida satisfacción: en Bahía de Cochinos no fue derrotada tan sólo la Brigada 2506, como algunos miopes creyeron entonces; allí quedó hasta el día de hoy la libertad de Cuba, de todos los cubanos, incluidos los que, sin saberlo, se nos opusieron.

Mientras las tropas de la coalición se imponen en los distintos escenarios de la guerra iraquí y el pueblo liberado de una tiranía sale a la calle a festejar, en Cuba el paredón de fusilamiento funciona de nuevo y las cárceles se llenan de pacíficos disidentes y opositores al regimen castrista.

Y estas noticias contrapuestas sirven para darnos una vez más la razón que tantos quisieron quitarnos hace 42 años: hoy como ayer, una tiranía atrincherada en sus privilegios y afianzada en el miedo no atenderá más voces que el estruendo de los cañones y de las bombas.

¡Qué alentador que otro presidente de Estados Unidos no haya titubeado esta vez en poner el poderoso aparato militar de este país al servicio de la liberación de un pueblo!

¡Qué lástima que este pueblo no sea el mio!

FIN

Fernando Marquet, ex-veterano de Bahía de Cochinos, fue prisionero de Guerra por 21 meses, activista cubano, con residencia en Los Angeles, CA.

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