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Por Federico Jimenez Losantos
Al parecer, George W. Bush va a conceder la condición de prisioneros de guerra a los talibanes detenidos en el campo de Guantánamo, por más que esos terroristas de Al Qaeda , llegados de cualquier lugar del mundo para matar occidentales en general y estadounidenses en particular a las órdenes de Osama bin Laden, no representen a ningún Estado ni pertenezcan a ningún ejército digno de este nombre. Pero, seguramente, así todo lo que se ha manipulado y exagerado días atrás a propósito de las imágenes de la llegada de esos presos a la isla de Cuba, entregadas por el propio Pentágono, se volatilizará.
Lo que, con toda probabilidad, no sucederá es que los mismos que tanto se han escandalizado por las duras condiciones de cautiverio de los terroristas capturados emitan algún tipo de juicio, tengan alguna consideración o manifiesten una opinión por matizada que sea acerca de los presos que, hacinados justo al lado de los talibanes, carecen realmente de cualquier higiene en sus calabozos, son real y no simbólicamente torturados cuando les apetece a sus guardianes, no disponen de abogado ni de protección legal alguna y cuyos familiares tampoco pueden acceder a ellos con regularidad, libertad ni garantías mínimas de no sufrir un trato degradante y vejatorio, como los mismos prisioneros.
Hay otra diferencia esencial que separa a estos reos de los talibanes encerrados en Guantánamo: ellos sí son verdaderos presos políticos y están encarcelados exclusivamente por razones de opinión. No han matado a nadie ni han atentado contra las vidas y haciendas de ningún ciudadano de ningún país occidental. No son terroristas, no son combatientes irregulares, ni siquiera soldados de un ejército regular que deban ser tratados según las convenciones del derecho internacional reguladas en la normativa de Ginebra.
Y otra diferencia más: no son una docena, ni dos ni tres. Son centenares, miles en toda la isla de Cuba. Algunos llevan en las cárceles años y años sin ser juzgados. Por otra parte, sus delitos no son tales, sino derechos garantizados en las constituciones de los países occidentales cuyos medios de comunicación, sin embargo, tan sensibles se muestran con los talibanes de Guantánamo.
Están allí mismo y son de allí. Están en toda la isla, desde La Habana al último rincón. Son los presos políticos de Fidel Castro, por cuyas condiciones de encarcelamiento, por cuya seguridad jurídica no he leído un solo editorial, siquiera minúsculo, al lado de los dedicados a los talibanes de Guantánamo. ¿Ustedes sí?
FIN
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