CUBA: SUFRIR PARA COMPRAR

CUBA : SUFRIR PARA COMPRAR

por Fernando Ravsberg

Hace tiempo que comprar en Cuba no es cosa fácil.

Escribe Fernando Ravsberg, corresponsal de la BBC en Cuba.

En Cuba, los problemas en el sector comercial han llegado a tales niveles desde la legalización del dólar, que incluso la prensa oficial se ha hecho eco de las quejas de la población. Al ya tradicional maltrato al cliente, se suma ahora "la multa", que no es más que un sobreprecio que algunos vendedores le ponen a los artículos para quedarse con la diferencia.

Constatación. En una tienda de equipos de computación ofrecen garantías de apenas 3 días y muchos electrodomésticos, incluso los refrigeradores, se venden sin garantía.

Cada cadena de tiendas -todas pertenecen al Estado- tiene sus propias normas y el consumidor no tiene otra opción que aceptarlas o no comprar los artículos que necesita. Muchas tiendas no aceptan la devolución de los productos, aunque estén deteriorados, en mal estado o descompuestos.

En una tienda de equipos de computación ofrecen garantías de apenas 3 días y muchos electrodomésticos, incluso los refrigeradores, se venden sin garantía. Multas y sobreprecios En un pequeño recorrido que hicimos por algunos establecimientos comerciales con un equipo de televisión extranjera encontramos enormes diferencias de precios sólo explicables como "multas" o sobreprecios.

La Habana, pagar doble para comprar.

En una de las tiendas de Cubalse hallamos una cocina de gas US$200 más cara de lo que valía en otra sucursal de esa cadena. Vimos la misma bicicleta de niño, cuyo valor real es US$34, expuesta a US$60, 80 y hasta 120, de acuerdo al lugar que se visitara. En una tienda de ropa de cama nos quisieron vender un edredón en casi US$100, cuando sabíamos que su valor real es menos de US$50.

De capitán a paje. Es difícil creer que estas multas puedan ser aplicadas por los empleados a espaldas de los gerentes, ya que muchos de estos artículos están marcados con el precio ya "multado" y a la vista. Los cubanos bromean con que a los empleados y gerentes de estas tiendas se les puede conocer por la cantidad de cadenas de oro que llevan en el cuello.

Signos vitales.

Los cubanos bromean con que a los empleados y gerentes de estas tiendas se les puede conocer por la cantidad de cadenas de oro que llevan en el cuello. Verdaderamente las joyas pueden ser un buen indicio, pero hay otros, como los electrodomésticos que tienen en sus casas, la ropa que visten y hasta la merienda que llevan sus hijos a la escuela (latas de Coca- Cola, por ejemplo). Los salarios en estas tiendas van desde los US$6 a los US$20 mensuales, cantidad totalmente insuficiente para mantener ese nivel de vida.

¿De dónde sale entonces el dinero? Averiguarlo no es sencillo. Las gerencias de todas las tiendas tienen prohibido el acceso de la prensa y en un local de Cubalse nos enviaron dos hombres armados para impedirnos filmar, incluso desde la calle. Derechos inviolables Muchos insisten en que es necesaria una ley de protección del consumidor que unifique en un solo texto las disposiciones que existen, pero que la mayoría desconoce. Durante más de tres décadas, el ciudadano cubano vivió con una libreta de racionamiento que estipulaba qué podía comprar y dónde.

El comercio automotriz no se ha modernizado. Si bien los precios estaban subvencionados por el Estado, lo cierto era que el consumidor no tenía opción de compra y debía adquirir la marca, el modelo y a veces hasta el color que había en ese momento. Con la legalización del dólar y la apertura de miles de tiendas que venden en esa moneda, esta situación cambió, a pesar de lo cual la relación comercio-cliente se ha mantenido estancada en el pasado. Posiblemente, una ley de protección del consumidor no va a organizar de un día para otro la situación que se vive en el sector comercial, pero puede significar un importante primer paso. La siguiente etapa será dársela a conocer a la población y educar al consumidor a que tiene determinados derechos que nadie puede violar.

FIN

Fernando Ravsberg

BBC World Service
Bush House, Strand, London WC2B

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