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CUBA CONVIERTE SU EMBAJADA EN MADRID EN UN NIDO DE ESPIAS--Parte I

por G.Fernández/M.Á.Menéndez


Diario 16 pone al descubierto la trama de la inteligencia del régimen de Castro.

España se ha convertido en el centro de la inteligencia cubana para Europa, y su Embajada en Madrid en su centro neurálgico. La elaboración de informes de importantes empresarios y artistas españoles, así como la mejora de relaciones con el Cesid, son algunos de los trabajos realizados en España. Los agentes mantienen excelentes relaciones con el bailarín Antonio Gades.

El domicilio particular de Antonio Gades en Madrid sirve de alojamiento para los miembros del buró político de Fidel y Raúl Castro cuando visitan la capital española. Así se deduce de las declaraciones que en exclusiva ha realizado a Diario 16 Delfín Fernández, el agente Otto, un ex miembro del Departamento 11 de la contra inteligencia cubana.

Gades fijó su residencia oficial en La Habana hace ya algunos años. Dos coches, poder pagar con divisas, siete personas a su servicio y una casa de protocolo, «La Tropicanita», para su uso particular son algunos de los privilegios que le ha reportado su estrecha amistad con Fidel y Raúl Castro. Pero «el Gobierno cubano no regala nada», según afirma el ex agente Otto: «El domicilio particular de Gades, que se encuentra muy cerca de la Embajada de Cuba en Madrid, se utiliza como habitual residencia oficial de algunos miembros del buró político y altos cargos del régimen castrista que viajan a España, en lugar de alojarse, tal y como está establecido, en la residencia oficial de la Embajadora».

Entre los invitados habituales de Gades se encuentran el general de División Julio Casas Regueiro, primer sustituto de Raúl Castro; el yerno de Raúl Castro, Luis Alberto Rodríguez López Calleja, cerebro en la sombra de la red empresarial diseñado por Raúl para eludir el embargo norteamericano, «y pocas personas más, eso sí, muy allegadas a Raúl Castro, el mejor amigo de Gades en Cuba. De la seguridad y de mantener la casa en perfectas condiciones se encarga el agente cubano Luis González», relata el ex agente Otto, que durante sus anteriores viajes a Madrid también visitó la vivienda del bailarín español.

Otto trabajó más de 15 años para los servicios de contra inteligencia de su país y ha venido haciendo, a través de este diario, revelaciones explosivas, tales como el espionaje y grabación a los que se somete a las personalidades españolas que visitan Cuba. Según Otto, el régimen de Castro ha grabado hasta la vida privada de importantes empresarios españoles durante su visita a la isla.

Ahora afirma que España se ha convertido en el centro neurálgico de operaciones de la inteligencia cubana en Europa después de la caída de la URSS y del muro de Berlín: «Es en la Embajada de Cuba en Madrid donde confluyen las actividades del resto de embajadas con representación en la Unión Europea. La razón es simple: por la situación geográfica, por historia e idiosincrasia con el país, por el idioma y, por último, por la fuerza que está tomando la presencia española en Cuba. España es el centro de toda la red de espionaje para Europa».

En Madrid, un oficial de alta graduación que responde al nombre de «Nazario», es el jefe del centro de la inteligencia cubana. Este agente sustituyó hace unos años al anterior jefe, el coronel Reyes. Luis González, apodado «el Tuerto», es su persona de confianza: «Nazario es el jefe de la inteligencia en España. Luis González, que trabaja para él, lleva casi seis años en España. Él y su esposa, de nombre Nipsa, llegaron desde Cuba como funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores. González es el encargado, entre otras cosas, de detectar personas que no son afines al régimen, grupos que ellos denominan contrarrevolucionarios y que no son tales».

Otto mantuvo escasos contactos con «el Tuerto», y aún menos cuando nuestro interlocutor decidió exiliarse en España. La misión de Luis González es localizar a aquellos cubanos que se posicionan en contra del régimen castrista, «a los que ellos consideran enemigos del régimen, que son espiados e investigados cuando lo único que pretenden es exponer su criterio, su visión de lo que acontece en Cuba. Los exiliados tienen su partido, su Fundación, a través de los cuales exponen sus ideas, pero para Fidel son enemigos potenciales. Y es por esto por lo que emplea todos los servicios de los que dispone para desprestigiarlos».

La última noticia que nuestro interlocutor tuvo de Luis González fue en el Hotel Miguel Ángel, en Madrid. Allí entregó la partida de jamones de jabugo que debía llevar a Cuba para Fidel y Raúl Castro: «Mis superiores me dieron orientaciones de entregársela a Luis González, pero ya había comunicación de mi deserción y tomé la decisión de dejarlos en el Miguel Ángel, un hotel que se ha convertido en el centro de la Embajada cubana. Allí es donde se depositan algunos de los envíos con destino a Cuba. La anterior embajadora, Rosario Navas, mantenía muy buenas relaciones con la dirección del hotel, sin que la cadena hotelera, Occidental Hoteles, sospechara nada. Allí se reunían distintos miembros de la inteligencia para conspirar. Se celebraban almuerzos, comidas, cenas, reuniones y utilizaban los servicios del hotel como correo de determinadas mercancías con destino a la Embajada. Yo, personalmente, lo utilicé en varias ocasiones».


FIN DE PARTE I


Diario 16
Madrid
Sábado, 31 de Marzo de 2001



CUBA CONVIERTE SU EMBAJADA EN MADRID EN UN NIDO DE ESPIAS--Parte II

por G.Fernández/M.Á.Menéndez


EL ESPIONAJE CUBANO EN ESPAÑA

Por su parte, Nazario ejerce como jefe de centro y dirige a los miembros de la inteligencia que se dedican, entre otras cosas, a vigilar los movimientos de la contrarrevolución y al control de los oficiales que operan en España o están de paso. Para ello cuenta con destacados especialistas, como los conocidos clavistas: «En cada centro existe un clavista. En el Ministerio del Interior hay un departamento, que es la Octava Dirección, más conocida por la Dirección de Cifras, cuya única misión es enviar mensajes cifrados. Por ejemplo, si Fidel quiere enviarle una comunicación a la embajadora o a alguien especial, se emplean los servicios de la Octava Dirección. Es un mensaje cifrado que los clavistas se encargan de descifrar», asegura Otto. Su identidad es secreta, hasta tal punto que cada cierto tiempo cambian de destino. Los clavistas viven en la Embajada y cuando salen, por cualquier motivo, lo hacen siempre acompañados de un miembro del personal de seguridad, «con órdenes muy precisas en el caso de que el clavista quiera desertar».

En la actualidad, en la Embajada de Cuba en Madrid varias decenas de personas; un número de empleados que el ex agente Otto define como legales: «Les denomino así porque hay un numeroso grupo de supuestos trabajadores que llegan a España argumentando que son relaciones públicas de una empresa, cuando es absolutamente falso. Alegan que están preparando unos ficticios cursos de formación del sector turístico. Ese mismo papel lo interpreté yo en su día. Son cerca de cien, pero muchos se hacen pasar por representantes de sociedades cubanas que en realidad son tapaderas. La mayoría de ellos proviene de la inteligencia o de la contra inteligencia».

Una de sus principales funciones es la del «defensor del régimen castrista», un papel que Otto conoce a la perfección: «Ante el más mínimo comentario hacia el Gobierno de Fidel había que salir al paso de cualquier crítica. Aunque fuera un chiste. El principal problema residía en saber si la persona que hablaba lo hacía en serio o en broma. Al final, no sabías si tu interlocutor adoptaba esa actitud porque pretendía sondearte a ti. Si era así, como en algún caso ha sucedido, emitían un informe, te analizaban y te creaban un problema».

Los trabajos del espionaje cubano en España obligan a mantener contactos con los servicios de información de otros países de la Unión Europea. Su misión es la de obtener documentación, privilegiada o clasificada, de empresarios que adquieren cierta relevancia y poder en Cuba, entre otras tareas más complejas y secretas: «Los servicios de inteligencia cubana fuera de la isla, conocidos también como el Departamento MQ-1, de contra inteligencia externa de la DGI, se encargan de investigar a los extranjeros que empiezan a tomar fuerza en Cuba, que hacen alarde de mucho dinero y de excesivas relaciones a altos niveles. Son personas que levantan una sospecha y se abre una investigación para cada uno de ellos».


INFILTRADOS

En Cuba la presión es insoportable sobre las personas que se convierten en objetivos del régimen castrista. Cuando alguien es marcado por los servicios de inteligencia porque su actividad resulta sospechosa, los servicios de la contra inteligencia destinan a un oficial para su seguimiento las veinticuatro horas del día y durante toda su vida en Cuba. Son funcionarios infiltrados, imprescindibles para el régimen de Fidel Castro. Según Otto, existen hasta veinte departamentos especializados, dependientes del sector en el que se desenvuelve la persona asignada: «Los agentes del Departamento 11 se encargan de todas las personas relacionadas con el turismo; el Departamento 3, de Cultura, y el 1 y el 2 de la SINA (Sección de Intereses Norteamericanos) y las Embajadas con representación en Cuba». Hasta hace pocos años, Inglaterra era otro centro neurálgico, pero surgieron ciertos problemas, según Otto: «En el Reino Unido la inteligencia cubana sufrió un duro revés. Concretamente en Londres, un oficial de la inteligencia tiroteó en un parking a un ex miembro de ese mismo servicio, el teniente coronel Azpillaga, que había abandonado Cuba».

La posibilidad de intercambio de información entre los servicios secretos españoles y cubanos es una sospecha hasta el momento imposible de verificar, aunque encuentros entre los máximos responsables de ambos países han existido y se producen regularmente. «El año pasado, llegó a España una delegación del Ministerio del Interior cubano encabezada por el viceministro, el general de brigada Milian, y acompañado por Rodolfo Fernández, Jefe de la Oficina de Asuntos Especiales de la secretaria del Consejo de Estado, dos coroneles más y un miembro de la contra inteligencia. Fue una visita amistosa», relata Otto.

Tras ese primer encuentro, a los tres meses, el general de División, Romarico Sotomayor, sustituto del Ministro del Interior y viceministro para el Orden Interior de la Policía de Cuba, se desplazó a España, con varios de sus colaboradores. De nuevo se produjeron distintas reuniones con los distintos cuerpos de seguridad españoles.

A mediados del pasado mes de enero, algunos diarios informaban que los servicios de inteligencia españoles habían sido penetrados por sus colegas cubanos. De hecho, y según la misma fuente, varios miembros del Cesid fueron procesados judicialmente gracias, entre otras cosas, a una denuncia del empresario español Fernando Molina contra José Fernández, inversor hotelero asociado con distintas sociedades en Cuba.

Para afianzar esta teoría, el periodista cubano en el exilio Marcelo Fernández-Zayas denunciaba en una agencia de noticias digital radicada en Miami que, al menos desde hace dos años, el Gobierno de José María Aznar vigila «las actividades de los inversores españoles en Cuba por sospechas de narcotráfico y lavado de dinero». Y como prueba de su información desvelaba que «la vigilancia» se intensificó el último verano con motivo de la visita a España de una delegación cubana presidida por el ex ministro de Turismo de Cuba, Osmani Cienfuegos Gorriarán, uno de los hombres de confianza de Fidel Castro, hoy retirado de la política.

La dirección general de inteligencia de Cuba está bajo el mando del general de brigada Eduardo García, muy conocido en Cuba desde que, en 1989 con el rango de teniente coronel, fue designado por Fidel y Raúl Castro para investigar la Causa 1, proceso que culminó con el fusilamiento, el 13 de julio de ese año, de cuatro miembros de las Fuerzas Armadas y del Ministerio del Interior. Cumplida la misión, fue ascendido a general. Según relató a Diario 16 el ex agente Otto «después fue nombrado jefe de la contra inteligencia y posteriormente sustituyó al general de División Jesús Bermúdez Cutiño, hasta entonces jefe de DGI del Minint, quien posteriormente se reintegró como Jefe de la Dirección de la Inteligencia Militar del Minfar (Ministerio de las Fuerzas Armadas)».


FIN DE PARTE II


Diario 16
Madrid
Sábado, 31 de Marzo de 2001


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