LA RAZON DE LA SIN RAZON

LA RAZÓN DE LA SIN RAZÓN

by Cristobal Díaz Ayala

Musicólogo. Radica en Puerto Rico.

Aparentemente resulta inexplicable que el gobierno de los Estados Unidos, que lleva sosteniendo por décadas que el gobierno cubano no respeta los derechos humanos, coopere y propicie, aun con la violencia, el secuestro de un niño para entregarlo no realmente a su padre, sino a un dictador que obviamente está manipulando a ese niño, aun sin tenerlo todavía en su territorio.

En 1999 se publicó en una revista alemana, Lateinamerika Analysen und Berichte 23-Migrationen, un artículo escrito por un economista cubano, Pedro Monreal, que trabaja en La Habana en un organismo oficial, el Centro de Investigaciones sobre la Economía Internacional. El artículo, titulado ``Las remesas familiares en la economía cubana'' y traducido al español, fue publicado por la revista Encuentro de Madrid, en el otoño de 1999.

Es bueno aclarar que lo que el señor Monreal llama ``emigrantes'' somos en realidad exilados políticos, y lo que llama ``remesa'' es la ayuda humanitaria que enviamos a familiares en Cuba.

Monreal considera la ``emigración'' de cubanos --no aclara si la legal o la ilegal-- conjuntamente con el envío de ``remesas'' como dos mecanismos que, en sus palabras, tienen hoy un protagonismo económico y social sin paralelo en la historia reciente de la nación.

En otra parte de su trabajo, llega a la conclusión de que esa ``emigración'', que por supuesto considera meramente lo es por razones económicas, es un activo nacional de Cuba; en otras palabras, que seguimos siendo siervos del estado cubano, al cual entregamos (a través de nuestros familiares) parte de nuestros ingresos. Esas ``remesas'', según los datos oficiales de Cuba que el propio economista brinda, alcanzaron en 1996 la suma de $743.7 millones. Pero todos sabemos que esa suma no es real, que no aparecen en ella las remesas llevadas por los cubanos y ciudadanos de otros países que llevan dinero, medicinas o alimentos a Cuba, algunos como forma normal de actividad a la que se dedican. Como esas remesas han seguido subiendo de año en año, no es aventurado fijar su cantidad real, para el año que está corriendo, en unos $1,200 millones.

Aun usando una suma menor, de 500 millones anuales, Monreal reconoce que las remesas han representado una fuente importante de ingresos. Reconoce que, en términos del aporte neto de divisas, la actividad de remesas es el sector líder. El subrayado en neto es de él.

El economista se pregunta por qué los ``emigrantes'' remiten hacia Cuba una parte (en ocasiones significativa) de sus ingresos y qué factores pueden variar ese flujo.

Como el artículo lógicamente evade totalmente la realidad política y las motivaciones de este tipo, en verdad lo que está planteando es que mientras más ``emigrantes'' de Cuba envíen ``remesas'', mejor estará Cuba. Así habla claramente de la ``exportación de médicos cubanos''. Casi se lamenta de que, mientras en el caso de que la ``apropiación'' (léase robo) del esfuerzo del trabajo del trabajador en Cuba es total por parte del estado, en el caso de los ``emigrados'' solamente parte de las ``remesas'' puede ser apropiada (léase robada) por el estado, mediante impuestos directos e indirectos.

Esta quizás sea la razón por la que el gobierno del presidente Clinton esté actuando en la forma en que lo hace en el caso Elián: no quiere enfurecer a Castro porque es evidente que a éste le vendría muy bien un nuevo Mariel, para aumentar la cantidad de ``emigrantes'' a tierras norteamericanas.

Todo da a entender que es como en la famosa película El puente sobre el río Kwai, en que el coronel Bogey (en este caso el gobierno de presidente Clinton norteamericano) venía construyendo cuidadosamente con la connnivencia del coronel japonés (en este caso Castro) un puente sobre el río (en este caso un nuevo y más amplio tratado de emigración de cubanos a los Estados Unidos), puente que dinamitan los guerrilleros ingleses (en este caso los exilados cubanos). Es posible que el gobierno del presidente Clinton haya preferido ejercer su poderío, su eficiencia militar extraordinaria, sobre un pobre niño y una familia indefensa en un tranquilo barrio de Miami, a tener que enfrentarse a Fidel.

Me pregunto si no tenemos otro curso de acción que pueda demostrar a través de los medios que afortunadamente la tradición de esta gran nación nos permite la protesta pacífica y la desobediencia civil. Y me parece que sí lo tenemos. Tenemos una extraordinaria sociedad civil formada por los exilados cubanos del mundo, que no queremos dialogar con Castro pero desgraciadamente le aceptamos tácitamente su monólogo; enviamos la ayuda humanitaria bajo las condiciones que él solamente impone, viajamos a Cuba bajo los términos que él impone.

Lo que voy a plantear parece una utopía, pero el destino de Elián bien vale un sueño: si la comunidad de exilados cubanos en Miami, que sin duda lleva la voz cantante de toda nuestra diáspora, iniciara un movimiento para que los que enviamos ayuda humanitaria a Cuba redujéramos esa ayuda en una forma ostensible, digamos en una cuarta parte... Ese mensaje sí lo entiende Castro. Porque es el poder del dinero. Porque sabe que si faltara unos pocos meses la ayuda humanitaria de los 1,200 millones anuales de los exiliados cubanos, el régimen se desmoronaría.

FIN

Cristobal Diaz Ayala
El Nuevo Herald
3 de Mayo de 2000

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