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Organizacion Autentica

LA IMAGEN

por Jaime CAMPMANY


NATURALMENTE, la fotografía del agente, la metralleta, Elián y el pescador que le salvó del naufragio ha dado la vuelta al mundo. Ahí, en esos cuatro elementos escénicos, está expresado en síntesis de elocuencia todo el drama del niño balsero, pero también el drama del mundo de hoy, y, en realidad, del mundo de siempre, libertad, autoridad, justicia, fuerza. Esa fotografía es periodismo en estado puro, periodismo destilado. No es que una imagen valga, a veces, más que mil palabras. Es que vale más que todas las palabras. Las palabras se revelan innecesarias. O mejor dicho, empiezan donde la imagen acaba. Y donde esa imagen acaba, las palabras que pronunciemos unos u otros, los gritos, las pancartas, los escritos, las opiniones formarán guirigay.

Por encima de todos los argumentos en favor del predominio y la prevalencia de la ley, la pregunta es esta: ¿Era necesario encañonar con la metralleta a dos seres inofensivos, inermes, desapercibidos y, además, amedrentados, uno de ellos un niño de seis años? ¿Eso era un rescate o un secuestro? Ya se sabía que aquel desdichado niño no iba a ser entregado por las buenas. Pero no lo tenían secuestrado en una fortaleza defendida con armas, sino con murallas humanas pacíficas, con carteles, gritos y rezos. En cambio, la forma de llevarse a Elián era más la operación de un secuestro violento que la reparación de la normalidad. Tal vez ese niño jamás olvide el día en que, entre metralletas y gases lacrimógenos, quiso ampararle la Justicia y darlo a su padre.

Y después de esa imagen, volverán, como digo, las palabras en confusión de guirigay. Se dice, teóricamente con toda razón, que muerta la madre del niño, con la que vivía, la custodia y patria potestad de Elián González corresponde al padre y sólo al padre. Sin embargo, hay otra pregunta que hacerse. Bueno, en este caso hay muchas preguntas que hacerse, y casi todas ellas de respuesta múltiple y difícil. ¿Es libre el padre de Elián para ejercer esa patria potestad? ¿No está, también él, bajo custodia? Por querer libertad para su hijo, la madre de Elián murió entre las olas. Murió para que la auténtica patria potestad sobre Elián pudiera ejercerla ella misma en vez de detentarla el Estado, personificado en un dictador.

Es prácticamente imposible que las naciones y los pueblos libres arranquen a todos los niños de la esclavitud en los países dominados por dictaduras. Pero ese niño ya estaba libre a costa de padecer una tragedia. Para llegar a aquellas playas de libertad había tenido que ver morir a su madre, tragada por el mar, y ser salvado de las olas por un hombre, un pescador provindencial, que le hizo llegar adonde su madre le llevaba. ¿Acaso pudo la madre viajar en un vuelo regular a Miami o a cualquier otro lugar del mundo, o tomar pasaje en un barco hacia la cercana costa de Florida? ¿Pueden los ciudadanos cubanos ejercer la patria potestad sobre sus hijos enviándolos a otros países en viaje de estudio o de vacación?

Claro está que bajo los pies del niño balsero hierve un problema político. El niño es una bandera de la que tiran unos desde La Habana y otros desde Miami, y que ya ha sufrido dolorosos desgarrones. Y ahora lo hemos visto aterrorizado ante el cañón de una metralleta y el aspecto fiero de una gente, ese agente que por paradoja reclamaba su custodia en nombre de la justicia. Cuando existe un conflicto político entre dos Estados, la solución ha de ser política. Y ya, para unos y para otros, lo de menos es el niño. Al niño, que lo partan y repartan los jueces. Fidel Castro sueña con el prestigio que le reportará una victoria moral sobre Estados Unidos. Y en Washington estarán contando los votos que

FIN


Diario ABC, Madrid


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