Un momento estelar en la vida de Carlos Prío
Por: Rafael Rubio Padilla
Corría el curso universitario de 1928-29, la situación política en la
nación era difícil, secuenda natural de la prórroga de mandatos en los
poderes públicos y del insinuado propósito delos gobernantes de mantenerse
en el poder sin consultar para ello a la opinión pública. En el orden
económico afrontaba Cuba enorme y peligroso riesgo por decisión del gobierno
americano de endurecer su política proteccionista que en materia azucarera aumentaba
el arancel de aduana a la entrada del azúcar cubano en la nación norteña,
a la par que forzaba la entrada en Cuba de la producción industrial norteamericana
en las más ventajosas condiciones para el coloso continental.
El porvenir inmediato de Cuba era grave, a extremo tal, que la dirección de la Tercera
Internacional del Comunismo creyó conveniente iniciar, en la Universidad de La Habana,
la siembra de un movimiento estudiantil de raíz marxista que sirviera, en el momento
propicio, de base para llevar a un pueblo que iba a afrontar una crisis política y
económica de envergadura, con la natural angustia e incertidumbre que aquello implicaba,
a la aceptación, como posible solución de sus males, de las teorías del
marxismo ya en aplicación en la rusia Soviética.
Para la realización de tan bien meditado plan el Partido Comunista Cubano alquiló,
cerca de la Universidad, Calle de Jovellar, entre L y M, un apartamento que sirviera de cuartel
ideológico al grupo de personas que asumiría la tarea de organizar y dirigir el
soñado movimiento comunista en la bicentenaria Universidad.
Se designó como responsable máximo del grupo a
Aureliano Sánchez
Arango, antiguo integrante de los movimientos estudiantiles de los años 1923 y
1927. Se le asignó como auxiliares a un joven oriental, de sobresaliente
personalidad, a Raúl Roa García,
expulsado de la Universidad en 1927, en sanción de un año de duración
y que ya reintegrado al cuerpo estudiantil servirla de contacto para atraer hacia el
máximo organizador a jóvenes que después de adoctrinados sirvieran de
vehículo para llevar el mensaje del Partido a los futuros adeptos.
Roa García, en su búsqueda de posibles prosélitos, observó que
el Patio de los Laureles era frecuentado por un estudiante a quien rodeaba, por lo general,
un grupo de compañeros que le admiraban y querían: Carlos Prío
Socarrás.
Una tarde, ya mediado el curso, estaba Prío hablando en un banco, al pie del
más grande laurel, con un compañero de la Facultad de Derecho. Se acercó
Roa y dijo a Prío que cerca de la Universidad se encontraba un pequeño grupo de
personas reunidas para tratar sobre el futuro de la patria, invitándole, si a ello
estaba dispuesto, a participar en dicha reunión. Prío contestó que para
tratar de los problemas de Cuba siempre se encontraba dispuesto a hacer y propugnar
lo que se considerara lo mejor para la Cuba agobiada con su precario futuro. Que aceptaba
la invitación haciendo la prevención que deseaba ir a la reunión
acompañado por la persona que en ese momento se encontraba hablando con él.
Pequeño detalle que refleja el sentido de cortesía y delicadeza de su
espíritu selecto. Roa aceptó la sugerencia de Prío y éste,
poniéndose en pie, dijo que se encontraba dispuesto para partir hacia la
reunión en aquel instante.
Se dirigieron a la casa de la Calle Jovellar, Roa, Prío y el compañero de
éste, previa invitación de ROL Llegados a las oficinas del grupo comunista
fueron recibidos por el responsable máximo acompañado por Juan Bréa.
La charla fue amable y fructífera; en principio se acordó que era necesario
llevar un mensaje de aliento y de lucha a la masa estudiantil y para ello se consideró
primordial acrecentar el grupo actuante que ya en ese momento estaba formado por cinco
personas.
Al abandonar la reunión, oscurecida la tarde, pidió Prío a su
compañero que sondeara, en la Facultad de Derecho, la posibilidad de atraer hacia la
limpia tarea que se emprendía a compañeros dispuestos a colaborar, A los dos
días de esta encomienda el compañero de Prío le llevó al -Patio
de los Laureles a un compañero de estudios, en el bachillerato y en la Facultad de
Derecho; su nombre está ya en la historia de martirologio estudiantil: Rafael Trejo
Gonzáles. La entrevista Prio-Trejo duró horas, y al finalizar, ya caladas
por Prío las condiciones excepcionales de Trejo quedó este invitado para la
próxima reunión del grupo.
Asistiría Trejo acompañado por un amigo y compañero de su entrañable
afecto y confianza. Su nombre ya está escrito también en el martirologio
estudiantil: Carlos Manuel Fuertes Blandino.
Ya contaba el grupo de la calle de Jovellar con siete integrantes. Empezó la lenta,
sutil y delicada gestión de llevar el mensaje de rebeldía a la masa estudiantil.
La acogida que se le dispensó fue satisfactoria y estimulante y el dirigente comunista
propuso, ya próximos los actos del 27 de Noviembre de 1929, lanzar un manifiesto que
fuera la presentación pública del ideario del grupo y anunció que
en la próxima reunión traería un proyecto de manifiesto que fuera
expresión de propósitos del grupo de los siete.
Decursada una semana se reunieron los siete para conocer el proyecto de manifiesto. Escrito
en lenguaje correcto, en prosa fluida que resumía la crisis nacional y sus posibles
soluciones, dejaba entrever su autor que la fórmula para la solución nacional
estaba en la aplicación de los principios filosóficos y políticos de Carlos
Marx.
Terminada la lectura del proyecto y puesto a votación emitieron voto favorable Roa,
Bréa y, lógicamente, su ponente. Tras un breve silencio tomó la palabra
Prío quien, en forma pausada, analizó la ponencia exponiendo que estaba de
acuerdo con el análisis sobre la situación del país, que compartía
el criterio de que Cuba requería una sacudida nacional que reactivara las mejores
fuerzas de la sociedad cubana, en una palabra: ante el caos que se empezaba a confrontar
era necesaria una solución. Más para Prío, la revolución
necesaria no había que buscarla en las estepas sobre tesis pensadas para otros
pueblos y otras realidades. Nuestra historia, nuestros hombres pensantes de las inmediatas
anteriores generaciones habían ideado para el problema cubano soluciones cubanas.
Y en un arranque de fervor patriótico, herencia espiritual de Doña Regla,
exclamó, poniéndose en pie y con voz altisonante: la revolución que
Cuba requiere, y de ello está urgida, no es la revolución de Carlos Marx, es
la revolución de José Martí, la inconclusa, la hasta ahora frustrada
por bastardos intereses, la que el pueblo, sin suficiente cultura política
pero con sobrado instinto, secuencia de su agilidad mental, espera y anhela para trazar
la senda limpia hacia sus mejores destinos.
Enardecido Prío habló de Varela, Luz y Caballero, Mendive, Céspedes,.
el Marqués, Agramonte, Maceo, pero su momento estelar fue cuando al
mencionar a Martí, dijo que el Apóstol volvía a llamar al cubano a la
lucha por la dignidad plena del hombre, por el establecimiento de una patria cordial con todos
y para el bien de todos y que él, Prío, percibía en su interior que el
Apóstol deseaba que el nuevo grito por la libertad y la dignidad nacional se diera en
la colina universitaria para que desde esa altura llegara.a toda la nación; por el este
hasta el Turquino y por el Oeste hasta la apacible serranía de. Guane, donde, por cierto
y como sencillo y emotivo detalle histórico refiera que en 1931 se proclamó, en
un acto público en el. parque de la localidad, a Carlos Prío Socarrás como
presidente de la República.
Impresionados todos los reunidos por lo que decía Prío, y mucho también por
la pasión patriótica que se percibía en su decir, provocó en
Trejo, que se encontraba sentado junto a Carlos mientras éste hablaba, una reacción
apasionada propia de su carácter extrovertido. Poniéndose de pie abrazó
a Prío y casi fuera de si gritó: Estás en lo cierto. Es en Martí
donde
tenemos que apoyarnos para darle Cuba el mensaje de
rendención que espera. Tenemos que seguír a quien ha
sido el mejor de los cubanos. Seremos fieles a su a apostolado.
El exabrupto de Trejo cortó las palabras de Prio y produjo un momento de silencio total
en todo el grupo: Roa, suponemos que para romper el silencio impresionante que se había
creado, propuso: se acabara la votación ya comenzada sobre el proyecto de manifiesto que
había presentado el líder del grupo comunista. Prío votó en
contra, Trejo apoyó a Prío; Fuertes Blandino se adhirió también y el
compañero de Prío, el último en votar, sufragó por lo que
creyó lo mejor para Cuba. Aquella tarde 1uminosa, no sólo para los asistentes,
también para la historia patria, ganó Martí, en boca de Prío,
una batalla hermosa y de trascendencia tal que cambió radicalmente el destino de
Cuba para los años inmediatos que la siguieron, y no es aventurado afirmar que para un
lapso mucho mayor de lo que creen los pesimistas.
Visto el acontecimiento narrado a los sesenta años de ocurrido no es exagerado afirmar
que Carlos tomó los instrumentos y equipos aportados por el comunismo para fomentar
el marxismo en la Universidad de La Habana y, limpiamente con valor, inteligencia y coraje,
secundados por Trejo, Fuertes Blandino y otro compañero más, lo puso todo al
servido de la mejor causa. La revolución preparada para Marx devino por actuación
estelar de Prío en la revolución de Martí. Aterra pensar que trágicas
consecuencias hubiera tenido para Cuba si lo m[s culto y capacitado de su juventud hubiera
aceptado, como filosofía para sustentar el proceso natural de la nacionalidad, la tesis
racionalista y atea del hegeliano Marx.
Volvió Martí, a partir de la sacudida narrada, a ser el Maestro, el Apóstol,
venerado y querido; se inicia una cadena de acontecimientos que honran a Cuba y a su
generación del 30. Sin visible conexión es indudable que algo inefable une el
sacrificio de Trejo con la creación del Directorio Estudiantil Universitario, a éste
con la no aceptación por la sana cubanla de la mediación de Welles; es indudable
también que influye decisivamente en la aceptación por parte del pueblo de Cuba
del golpe militar de 4 de Septiembre el hecho de que sus dirigentes aceptaran el programa del
Directorio, como aval de sus propósitos. Y sigue la concatenación: el gobierno
de los 100 días, la fundación del P.R.C.A.; el triunfo arrollador de 1944 y 1948,
con la incrustación, por decirlo así, en la conciencia nacional del lema que
jamás será traicionado: Cuba para los cubanos.
Y se terminan estas lineas, escritas algunas con lágrimas, afirmando que fue Carlos un
escogido de Martí, fue el Cordial quien mantuvo como norma esencial de su gobierno el
respeto irrestricto a la dignidad plena del hombre. Y como punto final, un supuesto mensaje de
quien escribe para que Carlos lo lea en la morada preparada por el buen Dios para los hombres
que han amado a sus prójimos. Carlos: se que tus conocimientos en Zoología no
eran muy amplios pero supiste siempre, quizás por intuición martiana, que el
Creador no aceptó jamás, que figurara en la fauna cubana.
Organización Auténtica