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«MONTY» ¡VIVA CRISTO REY!
Por Agustin Villegas

MANUEL GUILLOT (MONTY): HEROE DE DIOS Y MARTIR DE LA PATRIA



Un día abrí on libro que se intitulaba «Historia de un Alma» (autobiografía de Santa Teresa de Lisieux), y leí detenidamente en la primera página de la introducción, palabras bellas y santas como estas: «Los Santos nacen a la vida, después de la muerte». Y esto deber ser, honradamente, aplicable a Manolín - nombre que los amigos y familiares acostumbraban darle en forma cariñosa; porque el comenzó a vivir después de so ejemplar inmolación. Y, como señalan las notas del Himno nacional de Cuba: «que morir por la patria es vivir», Manolín vive como antorcha luminosa en cada alma cubana que lucha por la patria contra la esclavitud férrea del comunismo.

Quisiéramos destacar la figura gallarda de Manolín, y su espíritu elocuente y sincero; y meditar sobre el mensaje que nos da su cristiana y revolucionaría vida, porque la vida de Manolín fue un continuo santuario de ofrendas. Una constante entrega de abnegación y de amor pleno a la causa de Dios, y a la de Cuba, que sufre, y espera con ansias el día de su libertad.

Manolín fue, es y será una plegaria viva de lucha y de amor, y su existencia un diario recordar de lo que significa el valor espiritual.

Nació en La Habana, capital de Cuba, el 26 de septiembre de 1936, siendo sus padres Manuel de J. Guillot y Virginia Castellano. Una familia consagra al bello ideal de redimir a un pueblo de comunismo ateo.

Cursa en el Colegio de "La Salle" del Vedado su primera enseñanza; sale a Estados Unidos e ingresa en la Greenbrier Military Academy", en West Virginia, a cursar su Segunda Enseñanza, el arte de las disciplinas militares y el idioma Inglés, el que llega a dominar fluidamente; destacándose como on experto tirador en distintas armas de fuego y un excelente nadador de distancia en el campo de los deportes. Años más tarde regresa a Cuba e ingresa en la Escuela Profesional de Comercio de La Habana, donde se gradúa. Posteriormente, en la Universidad de la Habana, se matricula en la Escuela de Ciencias Sociales y, simultáneamente, dedica cuanto tiempo le era menester a sus inquietudes revolucionarias contra el régimen usurpador de las libertades patrias.

La rebeldía de Manolín frente a la tiranía comienza y hace sentir su glorioso impacto, cuando hace público su emplazamiento a Fidel Castro en los periódicos "Diario de la Marina", "Prensa Libre" y "el Cristo" para que defina su posición política y no encubra por más tiempo la verdad; conminándolo a que aprovechara su anunciada entrevista "Ante la Prensa" por la CMO televisión, e informara al pueblo la verdad de su pensamiento político respecto a la trayectoria de la revolución que comandaba, que ya daba señales sospechosas de una inminente infiltración comunista. Efectuada la entrevista televisada, el periodista cubano José Luis Massó le preguntó a Fidel:

-Comandante, ¿piensa usted contestarle al joven estudiante Guillot el emplazamiento que le hizo para esta noche?

- El joven Guillot es un joven bien intencionado - le contesto Castro -. A los que tengo que contestarles es a esos intelectualoides que se parapetan en él (se refería a José Ignació Rivero y Sergio Carbó), que no tienen el valor de hacerlo por sí mismos. Es a esos, a los que tengo que contestarles, por reaccionarios y resentidos.

En las primicias de su gobierno, Castro, ebrio de inmerecido orgullo por el supuesto heroísmo de su triunfal revolución, concibió la idea de invitar a todos los periodistas del mundo, con todos los gastos por cuenta del Estado Cubano, a presenciar la verdad de su revolución triunfante. ¡Qué sarcasmo! A esa grotesca farsa, hubo de denominarla "Operación Verdad".

Entre los numerosos periodistas que arribaron, se encontraba un grupo de chilenos de afiliación Demócrata Cristiana, quienes advirtieron y señalaron a Manolín la influencia y penetracion roja en el gobierno de Castro, por la presencia en la capital habanera de distintas personalidades del Comunismo lnternacional; elementos que, según dijeron, jamás abandonan sus baluartes para compartir celebraciones en eventos en que no tengan un primordial interés de captación o partidario: El interés, ya se vió: robar la revolución a su legítimo dueño: ¡el pueblo! Ello motivo que Manolín se pusiera en guardia frente al comunismo; parecía indicar como si las palabras del malogrado joven Joe Westbook estuviesen grabadas en el corazón de Manolín: "Cuba, sal de tu futuro negro. Pueblo, levántate y anda. ¡Anda en busca de to libertad"

Manolín fue congregante de la gloriosa Agrupación Católica Universitaria; siendo destacada su joven figura de católico práctico entre sus amistades, que solían verlo invariablemente portando un pequeño librito con la esencia viva del Cristianismo: el Nuevo Testamento. También, con frecuencia, el librito de Kempin "Imitación de Cristo", obsequiado por un íntimo amigo y compañero de ideales.

En su carácter había una ambivalencia. Se diría que ldóneo para la misión que el destino le había deparado, era un santo seglar, un ejemplar hijo, un devoto y entusiasta trabajador por el reino de la justicia y, a su vez, un inexorable jefe de una actividad revolucionaria clandestina que se movía impertérrito ante el asedio constante de la muerte. Comulgaba diariamente y se afincaba continuamente en la heróica faena de libertar a su patria.

Una vez, navegando hacia la isla en misión clandestina, se hallaba leyendo un libro intitulado "Entre la Espada y la Cruz", cuando Modesto García, un tripulante, jovialmente hubo de preguntarle: "Con ese material (el libro), ¿puede destruír una calibre .50?" a lo que Manolín respondió serenamente: "No se puede ... ¡ pero me da valor para afrontarla!"

Cargó con el pesado madero de la Cruz, pero la llevó con alegría, porque sabía que estaba consciente del reino de Dios, y del deber histórico que Cuba, su patria, le ordenaba realizar.

Otra anécdota que revela la dualidad de su carácter cívico-religioso ocurrió con ocásión de su ingreso en la "Greenbrier Military School", cuando el primer domingo en que era reglamentario el asistir en formación militar desde la Academia hasta el pueblo cercano a oír Misa, observo que la columna se detenía ante la portada de una lglesia protestante. le objetó a su capitán que no podía entrar en ese templo, porque él era católico. El capitán le respondió que esa era la religión oficial de la Academia, y de obligada asistencia para toda la tropa. Elevado el caso al Coronel-jefe, este ratificó la orden, haciendo prevalecer el reglamento y la norma de la institución, de siempre establecida pero, para su sorpresa, Manolín correctamente parado en atención y con todo respeto, le argumentaba que consideraba injustos se obligara a todos, especialmente en asunto tan sensible como era la religión, a asistir al culto de una religión que no profesaba ... Al domingo siguiente, recibió permiso para separarse de la columna al llegar al pueblo y asistir a la misa en la Iglesia Católica, y de reincorporarse inmediatamente de terminados los oficios. Y el coronel comentó: "Primera vez que un cadete se atreve a plantear un problema semejante". Y esto sucedió, contando solamente 13 años, prácticamente un niño. Es decir: que ya tenía carácter y vocación para manifestar la virtud de la santidad integral.

Era el día de la Nochebuena de 1960. Por conducto confidencial, los padres supieron que Manolín había desembarcado clandestinamente en Cuba y que iría a cenar con ellos a la finca "La Niña", su hogar. Se improvisó la cena de ocasión y se dió asuéto a la servidumbre toda, a fin de que nadíe supiera de su presencia. Acudió en horas tempranas de la noche, y antes de marcharse a la "Misa de Gallo" en la iglesia de Arroyo Arenas, vehementemente les suplicó a sus padres se fueran de Cuba. Abrigaba el temor de que las huestes represivas, en su afán de capturarlo, arrestaran a sus padres. Y si ello ocurría, inevitablemente él se presentaba, aún con el enorme dolor de ver inconclusa su misión, tan solo a días de la inminente invasión de la Brigada 2506 ya programada, y para la que específicamente se había infiltrado en Cuba a la vanguardia de la misma para dirigir misiones de comandos, y que en definitiva disciplinadamente no actuaron en espera de una orden que nunca llegó. Esa "orden", repito, que nunca llegó y que la historia genuina de esa audaz empresa bélca necesariamente tendrá que explicar en su día por que no fue dada.

Los padres de Manolín, quienes en consecuencia salieron de Cuba festinadamente el 17 de enero de 196l a residir a Miami, inmediatamente se personaron en el Estudo Mayor del Frente Revolucionario Democrático, donde formalizaron su reclutamiento militar; y, ya el 4 de abril del propio año, Virginia, la madre, cumplía su primera misión entrando en Cuba portadora de los planes de fuga de "Francisco", quien se hallaba preso anónimamente. El sacrificio fue inútil porque, al ser descubierta la identidad de "Francisco" por confidencias llegadas de Miami, fue localizado e incluido abruptamente en una causa que culminó celéricamente con su fusilamiento el 20 de abril de 1961; a sea, tres días posteriores al desembarco de la gloriosa Brigada en playa Girón.

Nos encontramos a mediados de mayo de 1962. "Monty" está en Miami con "Omar" en gestiones de acoplamiento y suministros, cuando comienzan a llegar informes de Cuba. Informes trágicos: la mayor parte de los miembros de la Dirección nacional, están siendo arrestados por el G-2. Manolín decide interrumpir su estancia en Miami, postergar todos los trámites que lo trajeron a esta ciudad y regresar urgentemente a La Habana para descubrir al traidor o traidores infiltrados en el Movimiento; y que estaban delatando a la Plana Mayor del organismo.

Sus compañeros, infatigablemente insisten en persuadirlo en que no regrese aún; pero él, que sabe que intentarlo en esos momentos es sumamente difícil, casi suicida, lo hace, por considerar su deber el tratar de salvar a los que pudiera. Sabía lo que le esperaba, puesto que después de despedirse de su madre, en secreto, le dijera susurrando a su padre: "Viejo, esta vez sí es dura la cosa; pero si logro desembarcar y permanecer libre siquiera diez días - recen porque así sea -, de todo lo que me ocurra me doy por satisfecho si con ello logro salvarle las vida a cuantos pueda avisarles; sobre todo, si logro descubrir al traidor que, como sospecho, existe en la alta jerarquía del Movimiento, o si las detenciones simultáneas en las seis provincias son producto de pesquisas exitosas del G-2.

Es el 28 de mayo de 1962 en la noche. Se está celebrando una de las más trascendentales reuniones de los jefes de las principales organizaciones clandestinas, con objeto de unificar un mando común en la recepción de materiales y equipos; iniciativa genial de "Francisco", que quedó inconclusa por so nunca bien llorada muerte. Esta vez se logra el acuerdo unánime, recayendo la responsabilidad en "Monty". A la terminación del acto, un recado urgente de la novia de un compañero preso y seguro candidato al paredón: necesita ver urgentemente a Monty. Y viene la fatal cita: "A los 8:00 de la mañana, en la cafetería "La Copa" de Miramar" - se le responde escuetamente.

Y en las primeras horas de la mañana del 29 de mayo de 1962, es detenido por el G-2 en ese lugar e incomunicado hasta el 30 de agosto del propio año, en que es juzgado en la Fortaleza de La Cabaña y, acto seguido, fusilado. En esos momentos ostentaba el cargo de Coordinador Militar.

Había sido juzgado en la Sala de Justicia Militar de La Cabaña, en sala desierta y por sorpresa, par un tribunal incompetente, frustrado y odioso. Me lo represento yendo al encuentro con la muerte, altivo, viril, majestuoso ante aquel Tribunal de la Indignidad formado por togas ensangrentadas; magnífico en su aplomo y serenidad imperturbable, decirle a sus abominables jueces: "Mi vida será un ejemplo para aquellos que aún no están seguros de una causa que es de Dios, y si volviese a tener vida, volveriá a hacer nuevamente lo mismo; y si pudiese hacer más, ¡más haría!"

Se hicieron muchas gestiones para salvarle la vida, pero todo fue infructuoso, porque para el poder rojo no hay clemencia, ni caridad humana. Todo lo devora.

Sin embargo, el propio Castro señaló descaradamente al principio de la revolución robada miserablemente al pueblo-:"Yo quiero decirle a las madres cubanas que, jamás, por culpa nuestra, se volverá a derramar sangre cubana. Matar no hace más fuerte a nadie ... sólo los cobardes y los esbirros asesinan a un adversario". Y, mientras esas hipócritas frases, hechas para la galería, enervada de inconsciencia y absurdo fanatismo irracional llenaba de inefable esperanzas a las madres cubanas, apenas meses después, es visitado Artime en su mazmorra carcelaria por on abyecto mensajero del chacal, el Comandante Piñero, más conocido por "Barba Roja", para decirle cínicamente: "Hemos fusilado a tu amiguito Manolín".

Y como bien dijera el texto del cable recibido en Miami con la infausta noticia: "Manolín subió al Cielo"; solamente allí, en la gloria celestial, están los hombres de la estatura moral y de honestas convicciones como las que Manolín ("Monty") pudo alcanzar en su corta vida.

"Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos veran a Dios" - dijo el Divino Maestro. Y Manolín se ganó ese preciado privilegio por su conducta intachable y su profundo amor a Dios. Allá, en lo alto, se encuentra con Fundora, Francisco, Carlay; con toda la Corte Celestial compartiendo la vida gloriosa de los Santos en la dulce y constante visión del Divino Pastor: Cristo, Dios y Maestro.

Cabe decir que fue un soldado de Cristo; un abanderado de la lglesia Católica y un incansable luchador por redimir a nuestro pueblo del comunismo ateo y nefasto.

Manuel Guillot Castellano, "Monty", murió como vivió: cristianamente. Al grito de "¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA CUBA LIBRE"!



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