Cardenal Jozsef Mindszenty

LA ÚLTIMA PRESENTACIÓN EN PÚBLICO DEL CARDENAL MINDSZENTY, FUE EL ACTO OFRECIDO POR LA «ASOCIACION PATRIOTICA JOSÉ MARTÍ» EN CARACAS, VENEZUELA, EN RECORDACIÓN DE TODOS LOS MÁRTIRES CAIDOS EN LA LUCHA CONTRA LA TIRANIA CASTRISTA, AL CONMEMORARSE UN ANIVERSARIO MAS DEL 17 DE ABRIL DE 1975

Jozsef nació el 29 de marzo de 1892 en Csehimindszent. Ordenado sacerdote en 1915, pasó a ser obispo de Veszprém en 1944 y arzobispo de Esztergom y Primado de Hungría en 1945. Nombrado cardenal en 1946, en 1949 el Gobierno comunista le condenó a prisión perpetua. Liberado por la insurrección húngara, que le abrió las puertas del castillo de Felsoepeteny, el 31 octubre de 1956, se asiló en la Legación de los EE.UU. en Budapest el 4 de noviembre de ese año, al producirse la intervención de la URSS, sitio donde estuvo hasta que su permanencia en la sede diplomática no fue grata, debido a la política de "detente" – léase apaciguamiento – usada por los EE.UU. con la URSS. El día 5 de febrero de 1974 se hizo público que, por disposición del Papa Pablo VI, el cardenal Mindszenty cesaba como arzobispo de Esztergon y Primado de Hungría, en otra claudicación, esta vez papal, ante el comunismo internacional. El anciano cardenal diría en esta ocasión: "La historia del bolchevismo, que se remonta ya a medio siglo, demuestra que la Iglesia no debe hacer ningún gesto conciliador a la espera de que cese por ello la persecución religiosa"… Entre otros enjundiosos conceptos vertidos por el cardenal Mindszenty en sus Memorias, están los consignados en los párrafos siguientes:

"Todo concepto de Dios es una indecible indignidad, un despreciable autovómito; Había escrito Lenin a Gorki, reconociendo de manera explícita que el programa comunista tenía como uno de sus objetivos la expansión del ateísmo. Igual que combaten el individualismo y la propiedad privada, tratan de formar a su manera a la familia y dar su propio carácter al matrimonio. Toda oposición es liquidada. Una consigna de los bolcheviques dice así: 'No quitamos las iglesias al pueblo, sino el pueblo a las iglesias'"… Al llegar a mi diócesis me contaron cosas horribles, de las que una solo quiero mencionar: Desde la entrada de los rusos, en el hospital de los hermanos mercedarios habían ingresado un total de mil muchachas, de las cuales 800 sufrían contagio sifilítico. Muchas mujeres se habían quitado la vida y otras muchas habían perdido la razón". Montado en un cabriolé efectué una visita por todo el condado. No encontré más que seres aterrorizados, casas saqueadas e incendiadas, parroquias desiertas. Seis sacerdotes del condado habían sido víctimas civiles de la guerra. En el templo de Iszkaz los rusos habían entrado, vistiéndose con los hábitos sagrados y montados a caballo habían efectuado un desfile. El joven párroco de otro pueblo, que protestó contra aquellas brutalidades fue asesinado a tiros. También mataron a la mujer de un motario, que había sido violada por 17 soldados, y también asesinaron a su hijo que marido de dicha mujer, quien quiso proteger a su esposa, fue detenido como 'criminal de guerra'. Por doquier se había asesinado y violado. No se libraron las niñas ni las ancianas. Miles de personas se habían sido llevadas como ganado hacia el Este". "Me vistieron y me llevaron de nuevo a la sala de interrogatorios; - continúa el cardenal en sus Memorias - Otra vez solicitaron mi firma. Otra vez me negué a ello diciendo: 'esta no es mi declaración'. Me exigieron por tercera vez la firma, tampoco tuvieron éxito. 'Deccsi - el jefe de la Checa húngara - ordenó con violencia que me sacaran de mi celda'. Me golpearon de nuevo. Yo dije: 'Mientras no me presenten un documento en el que conste lo que yo he dicho, no accederé a sus deseos'… Los interrogatorios y la porra de goma se sucedieron ininiterrumpidamente durante 29 días de reclusión. Finalmente, consiguieron mis verdugos sus objetivos, a pesar de que solicitaban de mí la confesión de una falsedad. Pero mi capacidad de resistencia había llegado a sus últimos extremos. El sólo pensamiento de la porra de goma me hacía temblar. Así es que firmé una breve lista, y como antiguamente habían hecho los prisioneros húngaros, añadí a mi firma las iniciales C.F. (que significaban 'coactus feci', hecho bajo coacción.)

"¡Cerdo! Me gritó el coronel, ¿nos has tomado por locos? No tienes derecho a añadir nada junto a tu nombre o debajo de él". De sus 8 años largos de prisión, monseñor Mindszenty recuerda con horror las celdas inhóspitas, el aburrimiento con los insoportables insomnios, obligado a permanecer 10 horas diarias en el lecho, una temporada sin libros, otras sin poder leer ni escribir falto de luz, con agobiantes paseos obligatorios en solitarios, la comida repugnante y los carceleros groseros, Su peso de 82 kilos se redujo a la mitad, y por ello le internaron muchos meses en la enfermería de la cárcel. Pero a todo se sumó con terrible tortura la más absoluta incomunicación, incluso con sus guardianes. Ni noticias ni visitas. Solamente su anciana y heroica madre consiguió visitarle algunas veces, y el último año tuvo como acompañante un sacerdote... Procuraban darle carne precisamente los viernes, que él se negó siempre a tomar, aunque lícitamente lo podía hacer, ya que carecía de otros alimentos... Más, a fin de que nuestros lectores tengan acceso a las Memorias del Cardenal Mártir, le recomendamos que lean el libro que las contiene, impreso por Editorial Luis Caralt, Roselló 246, Barcelona, España.

(Fragmento de sus memorias)
Fuente: Revista Ideal de Miami

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