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A Ofelia, mi amada esposa, a mis hijos
Ofelia Cristina y José Ramón. El Lobbysmo en la Independencia de Cuba Discurso e ingreso, como Académico de Numero en la Academia de la Historia de Cuba (E), leído en sesión solemne de la Academia el 27 de Febrero de 1977, en el salón de actos del Koubek Center de la Universidad de Miami, Miami, Fla. EL "LOBBYSMO" EN LA INDEPENDENCIA DE CUBA
Señor Presidente de la Academia de la Historia de Cuba en Exilio. Señores Académicos. Sr. Julio Ferreiro Mora, Director del semanario Réplica, y compañero de prisión en las ergástulas Castristas. Sr. Cristóbal Zamora, biógrafo de Benito Juárez. Señoras, Señores: Nos preside el Dr. Juan Jerez Villareal, Vice-Presidente de esta honorable corporación, cuyos profundos conocimientos de nuestra historia les hacen una autoridad de nuestro pasado. Nuestro Presidente, Mario Riera Hernández, está bajo el acoso del flú, de allí que no lo tengamos con nosotros. Cuando daba forma a este discurso, esperaba que estuviese entre nosotros esta tarde mi gran amigo y Académico el Dr. Eduardo Suárez Rivas; con quien he compartido en este exilio esfuerzos, ansiedades y frustraciones, y de quien puedo decir que no fue segundo de nadie en la lucha por la libertad de Cuba; ni en el esfuerzo tanto en Cuba como aquí, en favor de los desposeídos y en la vigencia de todos los derechos civiles y de justicia social para todos los Cubanos. El 23 de Enero de este año Eduardo entregó su alma al Creador, por eso no está entre nosotros. Vayan con mis palabras el reconocimiento al amigo y compañero que batalló sin tregua por sus principios; para mi está presente. Hay algunas facetas del proceso independentista Cubano, a las que no se les ha dado suficiente cobertura histórica. Una de ellas es la del "lobbysmo" de nuestros libertadores, para salvar nuestra independencia y, consecuentemente, nuestra soberanía. Utilizo la palabra inglesa "lobbysmo" por parecerme que no conlleva en si el sentido peyorativo que su equivalente en Español tiene: Cabildeo. Aunque prácticamente es lo mismo. En la medida en que nos adentremos en la narración llegaremos a la conclusión que el esfuerzo de nuestros patriotas fue ciclópeo. Acontecimientos que ocurrieron en otras latitudes influyeron en el curso de los aconteceres relacionados con la liberación de Cuba, lo que demandó de nuestros libertadores el aguzamiento de su inteligencia, para, en lo que fuese posible, aprovechar las contradicciones de las fuerzas en pugna en beneficio de los intereses de la Cubanía, y lograr, al fin, un estado independiente, aunque mediatizado. A principios del Siglo XIX, los Estados Unidos de América anunciaron la Doctrina Monroe, obra del Secretario de Estado Adams. Londres la respaldó porque con ello imponía el monopolio financiero Inglés a las nuevas Repúblicas que habían surgido de las cenizas del Imperio Español, y liquidaba los sueños de reconquista de los Cien Mil Hijos de San Luis. En esto radica el fracaso de los sueños imperiales de Bolívar y de su Congreso de Panamá. No obstante el apoyo de Londres a la Doctrina Monroe, los Ingleses pusieron límite al expansionismo de los Estados Unidos de América, no permitiéndole ir más allá del Río Grande. Por esto pudieron sobrevivir las repúblicas Centroamericanas, y no procedieron los intentos anexionistas Haitianos y Yucatecos, y México sobrevivió a la ocupación Americana durante la Guerra entre la nación Azteca y los Estados Unidos. Con el crecimiento industrial y demográfico de los Estados Unidos de América, las contradicciones imperiales angloamericanas se resolvieron en favor de los Americanos; con el consiguiente cumplimiento del "Destino Manifiesto", que se fue formulando con la conquista del Oeste, la liquidación de la esclavitud de los negros, la apertura del feudal Japón al comercio Americano, la Declaración de la Política de Puertas Abiertas en Asia, y la determinante influencia que se ejercía sobre los pueblos al sur del Río Grande. No se nos puede escapar que todo esto tenía que gravitar sobre los destinos de Cuba. Una vieja querella entre la Gran Bretaña y Venezuela por lo que hoy es Guyana, cambió la trayectoria de nuestro proceso libertador. En 1895, los anti-Británicos Estados Unidos de América mediaron a favor de Venezuela en la mencionada querella, en tales términos e invocando la Doctrina Monroe, que Londres tuvo que rechazar airadamente los planteamientos de Washington. Ante la actitud Británica, el Secretario de Estado Richard B. Olney, haciendo uso de la Doctrina Monroe, envió con fecha Julio 20, 1895 una note al Primer Ministro Británico Lord Salisbury en la que le decía: "Los Estados Unidos son hoy, prácticamente, soberanos en América, y su Fíat es la ley en los asuntos en que intervienen… A causa de que sus infinitos recursos y su aislamiento los hacen dueños de situaciones, y prácticamente invulnerables contra cualquier poder aisladamente o contra los demás poderes juntos". La crisis entre ambas potencias se hizo pública por el Presidente Cleveland, mediante un Mensaje Presidencial al Congreso de los EE.UU. el 17 de Diciembre de 1895, diez meses después del Grito de Baire. El Presidente respaldó a Olney, y afirmó que la Gran Bretaña tenía que resolver la disputa a satisfacción de los EE.UU., ya que de no hacerlo así, se consideraría como una acción deliberada contra los intereses y derechos de los EE.UU. El Congreso lo apoyó, no obstante las protestas de los comerciantes y especuladores de la costa Este de los EE.UU. Mientras se substanciaba la crisis, surgió una grave complicación a la Gran Bretaña. El Kayser Guillermo II de Alemania envió un mensaje a Johannes Paulus Kruger, Presidente de la República de Transvaal, felicitándolo por haber derrotado a fuerzas Británicas sin apoyo exterior. Lo crítico de la situación forzó a Londres a zanjar sus problemas con los Estados Unidos, accediendo a las demandas de éstos en el asunto Venezolano. Pero la Gran Bretaña llegó a más buscándose la futura ayuda de los EE. UU. para enfrentarse a sus antagonistas Europeos; concedió, también, que los EE.UU. podían intervenir en las disputas de los países Americanos con Poderes extranjeros, y hasta podían sustituir al país disputante y asumir la dirección exclusiva de las negociaciones. De esta manera la Gran Bretaña reconoció la hegemonía de los Estados Unidos sobre todo un continente. Se eliminaron las barreras que décadas antes había impuesto al expansionismo Americano. El exclusivo Club de las Grandes Potencias recibió un nuevo miembro: Los Estados Unidos de América. Para la nueva generación de expansionistas, cuyos líderes eran Cabot Lodge, Alfred Thayer Mahan, Whitelaw Reid, publicista del New York Tribune, Wood y Theodore Roosevelt, se presentó la oportunidad de situar a su patria en el lugar cimero por todos ellos soñado. Y no la dejaron pasar. Por supuesto, la forma en que los EE.UU. llevaron las negociaciones en el asunto Venezolano, en el cual poca atención se prestó a los planteamientos de la Cancillería de Caracas, alarmó a los países Latinoamericanos, que no habían olvidado las intervenciones de las fuerzas navales de los EE.UU. en Chile en 1891 ni en Brasil en 1894. Las repúblicas Latinoamericanos buscaron en España un aliado para enfrentarse o detener la agresividad del coloso del Norte. Una corriente pro-hispánica se adueño de esos pueblos, que desde años atrás veníase gestando por España al fundar la Unión Ibero-Americana y celebrar apoteósicamente el cuarto centenario del Descubrimiento de América en 1892. Al analizar objetivamente las relaciones del Gobierno Revolucionario Cubano con las Repúblicas Latinoamericanas, tenemos que conceder que no podemos ser muy severos con ellas por su falta de apoyo a nuestra cause; lo que no ocurrió durante la Guerra del 68. Las causales señaladas gravitaron fatalmente sobre la trayectoria de nuestra lucha. Los nuestros, como decía al inicio de este discurso, tenían que tomar todas las avenidas que los llevaran a hacer realidad su sueño independentista. El 24 de Febrero de 1895 se inició la Guerra de Independencia de Cuba con los alzamientos de Baire, Bayate e Ibarra. El genio político y organizador de José Martí hizo posible esa gesta, al aunar las voluntades de las figuras de las guerras anteriores y las nuevas generaciones. Cuatro meses más tarde, el 12 de junio de 1895, el Presidente de EE.UU. Mr. Grover Cleveland proclamó la neutralidad de su gobierno en el conflicto Cubano-Español. La actuación de la administración Cleveland demostró que la neutralidad era un eufemismo mediante el cual se encubría el apoyo de esa administración a España. Los activistas Cubanos en los EE.UU. fueron perseguidos tenazmente por las autoridades federales. Más de dos mil empleados del Departamento del Tesoro y ocho guardacostas fueron movilizados para perseguir a los Cubanos independentistas. Sin embargo, a España se le permitió actuar libremente; sus agentes compraban todas las armas y pertrechos que necesitaba. Se le autorizó a situar sus espías en los puertos y ciudades donde más notoria era la actividad Cubana. Señalamos que el Gobierno Español contrató los servicios de la Agencia Privada de Detectives Pinkerton, para complementar el trabajo de sus espías. Esa fue la actuación de las autoridades ejecutivas federales. Pero las locales y las cortes actuaron generalmente en favor de los Cubanos. Las cortes sostuvieron que toda expedición era legal, a menos que el gobierno federal probase que había sido preparada militarmente en los EE.UU., para pelear contra España, y dirigida para inmediatas operaciones cuando arribase a costas cubanas. Posteriormente La Corte Suprema de los EE.UU. falló que toda expedición podría ser ilegal aunque no fuese debidamente organizada con fines militares. Cleveland, que seguía las aspiraciones de los expansionistas Americanos, no quería que en la cuestión Cubana se contase con los Cubanos, de los que tenía muy mal concepto, como se desprende de un párrafo de una carta que enviara a Olney, en la que dice: "… son los más bárbaros e inhumanos asesinos del mundo". Este hombre que nos odiaba y nos negaba el derecho a decidir nuestros destinos, no tuvo reparo en decir a España, en Abril 4 de 1896, en una de sus muchas gestiones para comprar la Isla,: "España no podrá vencer a los Cubanos". Cleveland agotó todos los recursos diplomáticos y políticos para comprar a Cuba. Cuando se convenció de que no lo lograría, ofreció a España un arreglo parecido al que se le impuso a Turquía por las potencias Europeas, en sus provincias Balkánicas, Bosnia y Herzegovina. Turquía mantenía una soberanía simbólica, pero el Imperio Austro-Húngaro una de hecho, dado que los Hapsburgos las controlaban económica y militarmente. En el caso de Cuba este arreglo tendría el nombre de Autonomía. Todo el esquema imperial de Cleveland se vino abajo por la acción de los que desconoció: los Cubanos. El inicio de la Guerra de Independencia y la crisis que la misma desencadenó en España, que amenazó la existencia misma de la dinastía Borbónica, cancelaron las ambiciones de Cleveland. Los dirigentes Cubanos conocieron desde muy temprano de las ambiciones de los Estados Unidos sobre la Isla. Tuvieron conciencia del fenómeno geopolítico, aunque en aquellos tiempos no se conocía la palabra "Geopolítica" inventada por el político y geógrafo Pangermánico Sueco Rudolf Kjellen, popularizada años más tarde por el Mayor General Atemán Karl Haushofer, que encontró entre sus seguidores a Adolf Hitler. La lucha contra España no fue el único frente cubierto por los nuestros. Otro tan importante como éste exigió atención especial: La acción de los anexionistas de la Isla y de sus cómplices en las altas esferas del poder de los Estados Unidos. En este aspecto, cómo en otros, la capacidad política de los verdaderos independentistas quedó más que demostrada. No escatimaron esfuerzos ni medios para asegurarse de que los EE.UU. no se quedaran con Cuba, una vez que España hubiese sido expulsada de la misma. Obtuvieron el apoyo de los diarios "Tile Sun", "The World" y "The Journal", de Danna, Pulitzer y Hearst. También lograron el de muchos periódicos locales; el de varies legislaturas estatales, como las de Nebraska, Wyoming, South Carolina y Michigan, así como el del movimiento obrero organizado y el de muchas organizaciones cívicas. Todos estos factores se alinearon con los nuestros demandando el reconocimiento de la República de Cuba. Este multitudinario apoyo no los cegó. Desde muy temprano reconocieron que la actividad más importante había que realizarla sobre el Poder Ejecutivo y el Congreso, especialmente sobre el Senado. También tomaron en cuenta el factor electoral de los Cu banos nacionalizados Americanos, como fuerza de presión. El profundo conocimiento de la realidad política Americana que tenían los dirigentes Cubanos, ha quedado bien demostrado. En fecha tan temprana como Agosto de 1895, Estrada Palma escribía a Antonio Maceo: "Los Estados Unidos están a nuestro favor, y puedo contar con la ayuda de gente en influyentes posiciones en el gobierno. Con el empleo de bonos en ciertos casos, creo que puedo obtener el reconocimiento de nuestra beligerancia del Poder Ejecutivo, o por lo menos la recomendación del Congreso Federal de que el Presidente haga oportunamente el reconocimiento. En tal caso la Revolución conseguiría entonces todo el dinero necesario". (Enfasis añadido). Durante el gobierno de Cleveland representantes y senadores enviaron 18 Resoluciones o Proyectos a los Comités Congresionales, para que se tomara acción en favor de la beligerancia de los Cubanos. El Comité de Relaciones Exteriores del Senado fue el primero en tomar acción en favor de los Cubanos. En Enero 28 de 1896, John T. Morgan, Demócrata de Alabama, a nombre de la Mayoría presentó la siguiente resolución: "Se resuelve por la presente que en opinión del Congreso una condición de guerra existe entre el gobierno de España, y el gobierno proclamado y por algún tiempo sostenido por las fuerzas de las armas por el pueblo de Cuba; y que los Estados Unidos mantendrán una estricta neutralidad entre ambos contendientes, concediendo a cada uno todos los derechos de beligerantes en los puertos y territorios de los Estados Unidos". Enseguida Don Cameron, Senador Republicano por Pennsylvania, muy ligado a Henry Cabot Lodge y a Henry Adams, representando a la Minoría del Comité presentó una segunda resolución que añadía a la de la mayoría lo siguiente: "Resuelve por consiguiente, que los amistosos oficios de los Estados Unidos deben ser ofrecidos por el Presidente al gobierno Español , para el reconocimiento de la independencia de Cuba". La Resolución fue aprobada por el Senado el 28 de Febrero de 1896, 64 votos a favor y 6 en contra (a favor 35 Republicanos, 25 Demócratas y 4 populistas). El Senador Don Cameron fue el primero que fue ganado por los Cubanos, cuando iniciaron sus trabajos de "lobbysmo" en Washington. La Cámara pasó una Resolución parecida, pero fue necesario que actuara un Comité Bicameral para coordinar ambas Resoluciones. Después de dos meses de debates la Resolución fue aprobada por la Cámara en la versión del Senado, el 6 de Abril de 1896, con 247 votos a favor y 27 en contra. Cleveland no prestó atención a la demanda del Congreso. A pesar de la oposición de Cleveland, el Congreso continuó actuando a favor de la causa de los Cubanos. En las resoluciones que hasta entonces se habían presentado se demandaba el reconocimiento de la beligerancia e independencia de Cuba por parte del Presidente de los Estados Unidos. Pero en diciembre de 1896, Don Cameron presentó su proyecto de Resolución Conjunta, que en su parte dispositiva establecía lo siguiente: "Resuelto por el Senado y la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de América, en sesión conjunta, que la independencia de Cuba es, y consecuentemente, aceptada por los Estados Unidos de América. Por lo tanto se ha resuelto que los Estados Unidos usarán sus amistosos oficios para terminar la guerra entre España y la República de Cuba. (Enfasis añadido.) Cleveland, tan pronto conoció de la Resolución Cameon, anunció su oposición a la misma y al reconocimiento de Cuba. Como se trataba de una Resolución Conjunta, se requería la aprobación presidencial para su vigencia, o ser vetada. En este último caso el veto podría ser reconsiderado por el Congreso, lo que traería automáticamente el reconocimiento de la República de Cuba. Cleveland se percató de que la posición pro-Cuba del Congreso podría llegar a ser lo suficientemente poderosa para lograr la aprobación de la Resolución Cameron, y la reconsideración del veto Presidencial; lo que conduciría a una crisis institucional . El Presidente actuó diligentemente para que la Resolución no saliera del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. En tanto ocurrían estas cosas, se iniciaba la campaña presidencial de 1896. Los nuestros no dejaron pasar acontecimiento tan importante, cuyos resultados, cualquiera quien fuese vencedor, influirían sobre el curso de la causa Cubana. William McKinley fue el candidato de los Republicanos. William Jenning Bryan por los Demócratas, apoyado por el Partido del Pueblo (Populistas), y por el National Silver Republican Party, que defendía la libre acuñación de la plata. El Partido Socialista postuló a Charles Horatio Matchett. El Partido nacional Demócrata, defensor del patrón oro, postuló a John McCauley Palmer y el Partido nacional por la libre acuñación de la plate a Charles Eugene Bentley. La intervención cubana en estas elecciones presidenciales nos viene dada por diversas fuentes. En el libro "In Darkest Cuba", página 260, N.G. González dice: "Supe por Buttari que gran número de cubanos votarían por Bryan en las elecciones de 1896. En las vísperas de las mismas Tomás Estrada Palma, el Delegado Cubano en New York, tuvo una entrevista con McKinley en la cual el candidato Republicano prometió intervenir en favor de Cuba, Estrada Palma, por lo tanto, envió una circular secreta a los Cubanos para que votaran por McKinley, lo que hicieron. Buttari había visto la circular". Aunque no hay referencia a esta entrevista en los papeles de McKinley en la Biblioteca del Congreso, sí se encuentran varios memos de cuyo contenido se infiere que tal entrevista y compromiso existieron. En uno de esos memos relacionado con el discurso inaugural, McKinley escribió: "Nuestras tradiciones enseñan, y los instintos humanitarios nos impulsan a simpatizar profundamente con ese infortunado pueblo. Durante las pasadas luchas por la independencia de las Colonias Españolas en Centro y Sur América, un período de casi 20 años, frecuentemente nuestro gobierno expresó su simpatía con los insurgentes y reconoció sus derechos como beligerantes, un curso que ahora es popular en el Congreso y nuestro pueblo hacia Cuba. La acción que se requiera en el futuro es una conjetura, pero estoy seguro que por el momento, teniendo presente los deseos humanitarios y los intereses materiales de nuestro pueblo en una apropiada solución del problema, debemos mantenernos en una política de no intervencion y cui darnos de cualquier amenazador movimiento guerrero". El otro documento dice: "Mi información en relación con el conflicto que tiene España está limitada a lo publicado por la prensa, y por lo tanto no oficial. Por lo que he considerado que no era aconsejable considerar este importante asunto en el discurso, sin un amplio conocimiento de los hechos en posesión del Gobierno". Con anterioridad a la entrevista Estrada Palma—McKinley, se actuó sobre los principales partidos. Se efectuaron entrevistas con el Senador Henry Cabot Lodge y con Theodore Roosevelt, este último Jefe de Policía de New York. Ambas figuras muy influyentes dentro del Partido Republicano. Roosevelt era partidario de la independencia de Cuba aún a riesgo de una guerra entre EE UU. y España. Cabot Lodge redactó la plataforma Republicana, la que refiriéndose a Cuba decía: "Observamos con profundo interés la heróica lucha de los patriotas cubanos contra la crueldad y la opresión, y son nuestros mejores deseos que tenga éxito en su determinación de conquistar su libertad". La plataforma pedía también, al Gobierno de los Estados Unidos "que usara activamente su influencia y buenos oficios para restaurar la paz y se le diera la independencia a la Isla". Del Partido Demócrata solo se obtuvo una mera declaración de simpatía aunque hubo muchos delegados a la Convención Demócrata que presentaron proposiciones más enérgicas. El 4 de Mayo de 1897, William McKinley tomó posesión de la Presidencia de los Estados Unidos de America. Durante los primeros meses de su Administración obtuvo soluciones que presagiaban el éxito de las ambiciones de su antecesor Cleveland; ya que forzó la salida del Gral. Weyler de cuba y la promesa de la implantación de la Autonomía en la Isla. La Autonomía se anunció el 26 de Octubre de 1897, en nota de Sagasta al Ministro de los EE.UU. en Madrid, Mr.Woodford, como respuesta a una nota de éste de fecha 26 de Septiembre de 1897. Pero en el camino de la política de las cancillerías de Madrid y Washington se interpusieron nuestro gloriosos Mambises, y los excecrables integristas de La Habana. La Asamblea de Representates de la Revolución Cubana, reunida en La Yaya, rechazó la Autonomía y demandó la independencia absoluta . El consejo de Gobierno,presidido por el Gral. Bartolomé Masó Márquez, instruyó a la Junta de New York y al Delegado Estrada Palma para que dieran a conocer al Gobierno de los EE.UU. la posición Cubana. Los Integristas se amotinaron en LA Habana, y la grito de "Viva Weyler", incendiaron y saquearon las residencias y periódicos de los Autonomistas. Estos motines sirvieron de pretexto para que el Cónsul de los EE.UU. en LA Habana, Lee, pidiera el envio de un navío de guerra de los Estados Unidos a La Habana. Washington envió el Maine. Poco después de la promulgación de la Autonomía, Moret y Woodford sostuvieron una conversación, reveladora de las verdaderas intenciones de los EE.UU. sobre Cuba. Woodford dijo a Moret:"No creo que la Autononmía proporcione paz a Cuba bajo la bandera Española. No creo que los insurgentes pueden asegurar la paz y el orden en Cuba bajo un gobierno libre e independiente. Vuestro partido Español es muy fuerte. No veo delante de mi sino desorden, inseguridad de las personas, destrucción de la propiedad. Solo hay un poder una bandera que pueden asegurar la paz y compeler la paz. Los Estados Unidos son ese poder, y la bandera Norteamericana es esa bandera". Al Gobierno de la República de Cuba no se le escapó el peligro que entrañaba la intervención de los Estados Unidos de América en el conflicto Cubano-Español. Por eso no tuvo a menos concertar acuerdos con quienes de buena fe utilizaran todas las avenidas convenientes a nuestro propósito final: Una República Soberana e Independiente. Una de las más brillantes operaciones para frustrar los sueños imperiales de los EE.UU. sobre nuestra patria, fue el acuerdo del Gobierno Cubano en Armas y un grupo de representantes de la banca de New York. El 5 de Agosto de 1897, en New York, Tomás Estrada Palma, a nombre del Gobierno Cubano, acordó con los señores Samuel Janney y John J. McCook, de la firma Christy and Janney, un convenio y el consiguiente contrato mediante el cual los señores mencionados, en su condición de representantes de un sindicato financiero de New York, gestionarían la compra de la Isla de Cuba a España por los Cubanos Independentistas. A tenor del contrato, Janney y sus asociados ofrecerían pager parte de la enorme deuda "Cubana" en la que había incurrido España, a cambio de la complete retirada de las tropas Españolas de la Isla y el reconocimiento de la República de Cuba por España. De cumplirse lo pactado el sindicato recibiría bonos de la República de Cuba por la cantidad de $150,000,000.00 de dollars, que devengarían un interés del 4% anual; el principal se liquidaría en 50 años. Como garantía los Cubanos comprometían la mitad de las recaudaciones aduanales durante los primeros quince días de cada mes. Esta recaudacíon estaría supervisada por el Gobierno de los Estados Unidos de América, que actuaría como trustee. The Mercantil Trust Co.of New York, fue nombrado Agente Fiscal. La cantidad que se pagaría a España no fue estipulada. El sindicato se reservaba el derecho de lograr el mejor acuerdo posible con España, guardándose para sí, como legítima: utilidad, la diferencia entre lo entregado por los Cubanos y lo pagado a España. El contrato sería nulo si no se ratificaba por el Consejo de Gobierno de la República de Cuba, o si las tropas Españolas no hubiesen sido evacuadas de la Isla para el 1 de Octubre de 1897. El 1 de Octubre pasó sin haberse obtenido resultados; pero se extendió la fecha haste el 1 de Noviembre de 1897, mientras McCook trataba de persuadir a McKinley de que apoyara los planes del sindicato. En Diciembre de 1897, el Consejo de Gobierno de. la República de Cuba aprobó el contrato, con las modificaciones de que Cuba no he vería obligada a pager la deuda Española, ni se haría responsable por los daños causados a los extranjeros residentes en la Isla durante la guerra. John J. McCook era un rico e influyente abogado de New York, miembro de la firma de abogados Alexander and Green. Ademas, tenía muchas actividades financieras; era General Manager de la Ward Line Steamship cuyos barcos viajaban a Cuba. Representaba, también, firmas Americanas con intereses comerciales, eléctricos y ferroviarios en América Latina y China. Era amigo de confianza de McKinley, quien lo había considerado para el cargo de Secretario de Justicia de los Estados Unidos. Esta Secretaría fue para otro y McCook rechazó la del Interior. En el incidente producido por la carta del Embajador Español en Washington, Dupuy de Lome, a su amigo Don José Canalejas, que fuese a manos cubanas gracias al compatriota Gustavo Escoto; McCook tuvo el privilegio de poner en manos de McKinley el original de la misma. No hay dudas de que McCook trabajó diligentemente para obtener de McKinley una posición favorable a la cause de los independentistas Cubanos. Trató de que se reconociera nuestra beligerancia, a la que, según sus palabras, "teníamos derecho y que bajo ninguna circunstancia los patriotas Cubanos aceptarían la Autonomía, ni ninguna otra condición que no fuese la absolute independencia de Cuba". En Noviembre de 1897, Estrada Palma y Janney firmaron nuevo contrato. El sindicato recibiría bonos de Cuba por valor de :$37.5 . millones de dollars, "si se lograba la independencia, la evacuación de las tropas Españolas de Cuba, el reconocimiento de la independencia de Cuba por los Estados Unidos, todo ello sin tener que pager indemnización alguna a España. Este contrato será nulo si se obtienen los resultados comprometidos en el primer contrato". El Consejo de Gobierno de la República de Cuba aprobó este nuevo contrato el 27 de Enero de 1898. Como se ve, la intención del segundo contrato es la de lograr el reconocimiento de la independencia de Cuba por los EE.UU., pues los Mambises darían buena cuenta de las tropas Españolas en Cuba, una vez logrado el reconocimiento. El 1 de Marzo de 1898, McCook se entrevistó con McKinley, bosquejándole el plan Cubano de compra a España. Después de la entrevista McCook le escribió al Secretario de Estado Mr. Day, fijando la línea Cubana. Decía McCook: "No se equivoquen con la posición Cubana, ellos consideran que han ganado su independencia por la fuerza de las armas, tiempo y condiciones climatológicas; pero para resolver el problema, detener el derramamiento de sangre y la destrucción del país y el hambre, están dispuestos a pagar una indemnizacion de $100 millones". A fines de Marzo, Máximo Gómez anunció que estaba en favor de la compra de Cuba a España por $200 millones, con la ayuda financiera de New York, París, Londres y Madrid. Gómez aclaró que apoyaba la compra porque no quería la intervención Americana. El Gobierno Cubano, presidido por el Gral. Bartolomé Masó Márquez, respaldó los pronunciamientos del Generalísimo. Llama la atención esta actitud de Gómez en 1898, comparada con la evidentemente contradictoria que asumiera un año más tarde, cuando se opuso a la contratación de un empréstito de 20 millones de dollars, para pager a los miembros del Ejército Libertador, argumentando que Cuba no se podía permitir y mucho menos aguantar una deuda de 20 millones. En su oposición a este empréstito, cuyos propulsores, además de propiciar medios económicos para los mejores hijos de Cuba, trataban de obtener el reconocimiento indirecto de la República de Cuba, para evitar la frustración de la República que estaba amenazada por las tropas intervencionistas Americanas. Gómez no escatimó injuries ni se detuvo ante el historial heróico de los hombres de la Asamblea del Cerro. Como camagúeyano y descendiente de quienes contribuyeron sin condiciones al esfuerzo libertador desde los años de la Guerra Grande; como hombre que en su niñez tuvo la magnífica oportunidad de escuchar de labios de los Mambises sobrevivientes de la gesta libertadora, el relato de la historia que hizo posible nuestra república, he sentido siempre gran cariño por la figure del Generalísimo; pero considero que políticamente le faltó lo que como militar lo sitúa entre los grandes guerreros de todos los tiempos: Talento. Digo con Enrique Fernández, malograda figura de la heróica y generosa Generación del 30, que la generación libertadora cumplió con insuperable gallardía su misión histórica. Las gestiones sobre el Ejecutivo Norteamericano fracasaron. En su Mensaje al Congreso del 6 de Noviembre de 1897, McKinley rechazó el reconocimiento de la beligerancia de los Cubanos El Coronel Horatio S. Rubens, a quien tanto debemos los Cubanos; en entrevista con McKinley le reiteró la posición Cubana de independencia absoluta. McKinley acusó a los Cubanos de desear que los Estados Unidos fuesen a la guerra en favor de Cuba. A esto ripostó Rubens: "Nosotros no le pedimos que Ud. vaya a la guerra, solo pedimos su neutralidad, y el reconocimiento de los derechos de Cuba beligerante". No obstante la actitud hostil de McKinley, los activistas en favor de nuestra causa continuaron trabajando. El 19 de Enero de 1898, el representante por Michigan, Ferdinand Baiker propuso en la Cámara el reconocimiento de la beligerancia cubana, pero la mayoría Republicana bloqueó la aprobación de la misma. E1 representante por Michigan, William Alden Smith, informó al Presidente que los Republicanos del Congreso insistían en que las promesas en favor de Cuba, insertadas en la Plataforma Presidencial de McKinley, se cumpliesen. Según Smith, solo un dramático cambio del Presidente podía evitar la rebeldiá del Congreso. Poco después, McKinley enviaba el Maine a La Habana. A la luz de los acontecimientos de la época, se puede afirmar que al partir el Maine para La Habana, la Administración de McKinley sabía que la Autonomía había fracasado, que la soberanía Española se moría en Cuba. Estaba claro, también, que si los Estados Unidos esperaban demasiado, las fuerzas revolucionarias cubanas emergerían victoriosas, reemplazando al moribundo régimen Español. Se acercaba el instante en que los Estados Unidos de América tendrían que intervenir si querían lograr sus ambiciones. Se sabía que el Presidente trabajaba en un mensaje al Congreso, y se esperaba que el mismo despejaría la incertidumbre sobre la política de los Estados Unidos con respecto El contenido del mensaje se filtró y los patriotas Cubanos conocieron a tiempo que los Estados Unidos intervendrían muy pronto en el conflicto Cubano-Español. Sobre todo pudieron conocer que el Presidente desconocía la soberanía Cubana. Para recordarle al Presidente la voluntad de los libertadores, el Cnel. Horatio S. Rubens, expresando el sentir de los Cubanos declaró:" Frente a la presente proposición de intervención sin el previo reconocimiento de la independencia, es necesario dar un paso adelante y decir que consideramos tal intervención como nada menos que una declaración de guerra por los Estados Unidos contra los revolucionarios Cubanos. Si la intervención toviera lugar sobre esas bases, y los Estados Unidos desembarcaran una fuerza armada en suelo Cubano, trataríamos a esa fuerza como a un enemigo al que hay que batir, y si es posible, expulsarla, mientras no se reconozca a la República Cubana". Rubens termino sus declaraciones afirmando que si los Estados Unidos declaraban un protectorado sobre Cuba: "Resistiríamos con la fuerza de las armas tan amarga y tenazmente como hemos combatido España". La prensa pro-imperialista encabezada por "The Washington Post" no escatimó insultos ni vituperios contra Rubens.Sin embargo es justo reconocer que muchos Americanos apoyaron y aplaudieron a Rubens. El Representante por Michigan William Alden Smith, rompió con McKinley y apoyó a Rubens, declarando: "No seré parte de ninguna proposición que no conlleve la independencia. Si nuestra acción no intenta ayudar a los insurgentes, merecemos la oposición de ellos, y seremos colocados en la posición de oponernos a aquéllos que han luchado tanto tiempo y perdido demasiado para conseguir la libertad". Por fin el 11 de Abril de 1898, McKinley envió su esperado mensaje al Congreso. Rechazaba el reconocimiento del Gobierno Cubano y la beligerancia. Explicando sus razones argúía: "Comprometer a este país ahora con el reconocimiento de un gobierno en Cuba, nos sometería a embarazosas condiciones de obligaciones internacionales hacia la oganización reconocida. En caso de intervención nuestra conducta estaría sujeta a la aprobación o desaprobación de ese gobierno. Cuando parezca que haya dentro de esa isla un gobierno capaz de pagar sus deudas, y de cumplir con las funciones de una nació independiente, y que tenga en realidad la adecuada forma y los atributos de la nacionalidad, ese gobierno será rápidamente reconocido y la relación e intereses de los de los Estados Unidos con esa nación serán ajustado".(Enfasis añadido) La incansable campaña Lobbystica y de propaganda de los Cubanos en los Estados Unidos mostraron en esa hora crítica sus frutos. El Congreso fue asediado por millares de telegramas demandando el inmediato reconocimiento de la independencia de Cuba. La prensa nacional y local amigas de nuestra causa intensificaron su campaña a favor del reconocimiento. Muchos congresistas se enojaron cuando conocieron que McKinley jamás habiá pedido a España la independencia de Cuba, aunque les había hecho creer que las negociaciones sobre la misma habían fracasado. El Senador Butler expresó la extendida opinión congresional cuando dijo: "Si puedo entender el mensaje, significa que el Presidente es opuesto a la independencia de Cuba ahora y por siempre". Después de recibir el Mensaje Presidencial, el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara se dio a la tarea de producir la Resolución de intervención. En el seno del Comité se produjo un fogoso debate sobre el reconocimiento de la República de Cuba. El Representante Smith, de Michigan, se opuso vigorosamente a cualquier resolución que no llevase la cláusula de la independencia. Se llegó a un compromiso que no reconocía la República de Cuba; pero apoyaba la intervención para establecer en Cuba, "por la libre acción del pueblo un estable e independiente gobierno propio en la Isla". Hubo miembros del Comité inconformes con el compromiso. Cuando el proyecto de Resolución llegó al Pleno de la Cámara, los miembros demócratas del Comité introdujeron una resolución minoritaria que reconocía la independencia de Cuba. y pedía, también una inmediata ayuda al hambreado pueblo Cubano. La Resolución recordaba al Congreso que el pueblo Americano "estaba prácticamente en unánime favor del reconocimiento del gobierno establecido por ese bravo y heróico pueblo. Más adelante afirmaba: "E1 ejército de esa República integrado por 30 mil hombres en el campo de batalla, se ha defendido triunfalmente contra 225 milsoldados Españoles, de los cuales 135 mil están en hospitales o en sus tumbas; y posee las 3/4 partes del territorio. Fuera de sus líneas el Ejército Español no posee un pie de suelo Cubano. Detrás de las líneas Españolas las 3/4 partes de la población es insurgente de corazón, o participará cordialmente en la forma de gobierno republicano tan pronto los Españoles evacúen la Isla. Toda vez que España jamás vencerá a los Cubanos, los Estados Unidos tendrán a la larga que reconocer la independencia de la República Cubana. Este es el caso, lo más pronto que los EE.UU. actuen es lo mejor para ellos como para Cuba, toda vez que el reconocimiento removerá de la mente de todos los hombres cualquier sospecha de que estamos preparándonos para una guerra de conquista y anexarnos la Isla por motivo de sórdida avaricia, o por política de imperial engrandecimiento". Muchos Representantes intentaron intervenir en el debate, pero el Comité de Reglas, dominado por la gente de McKinley, limitó el debate a 40 minutos. Solo dos turnos fueron concedidos. Hugh A. Desmore, demócrata de Arkansas, defendió la enmienda de la minoría. Entre otras cosas dijo que si los EE.UU. hubiesen reconocido a Cuba un año antes, Cuba ya sería libre. Ridiculizando los argumentos de McKinley, dijo que los Estados Unidos arrogantemente reservaron para ellos el derecho de "juzgar la estabilidad de ese gobierno". Más adelante agregó, "El Presidente hizo creer al Congreso que había demandado de España la independencia de Cuba; pero ahora el Congreso sabe que todo fue un engaño. .." Sometida a votación la enmienda de la Minoría, ésta obtuvo 154 votos a favor y 190 en contra. La Resolución de la Mayoria del Comité de Relaciones Exteriores fue aprobada por 325 votos a favor y 19 en contra. El Presidente de los Estados Unidos fue autorizado a intervenir en Cuba para poner fin a la guerra, y establecer allí un gobierno independiente escogido libremente por el pueblo de Cuba". (Enfasis anadido.) Esto iba más alla de lo que había querido McKinley. En el Senado, en el Comité de Relaciones Exteriores, hubo, también, dos resoluciones. Una de la Mayoría y otra de la Minoría. La Mayoría no reconocía la República Cubana, pero proclamaba ya a Cuba independiente, según el siguiente párrafo de la misma: "que el Pueblo de Cuba es, y de derecho debe ser libre e independiente". Además llamaba a España para que retirara: sus tropas de Cuba y renunciara a su soberanía sobre la misma; y autorizaba al Presidente para usar las fuerzas armadas para asegurar que lo pedido fuese cumplido. La Minoría concurría en todo con la Mayoría; pero añadía que: "el Gobierno de los Estados Unidos por la presente reconoce la República de Cuba como verdadero gobierno de esa. Isla". Esta es la Enmienda Turpie, dado que fue presentada por el Senador de Indiana David Turpie, aunque fue....redactada por el Senador de Ohio Joséph B. FORAKER. Tomó al Senado cuatro días de fogosos debates, desde el 13 al 16 de Abril de 1898, decidir sobre el texto de la Resolución. En su discurso durante el debate, pronunciado el 15 de Abril, el Senador de Virginia, demócrata, John W.DANIEL, acusó a la Administración de que intervenía en Cuba porque temía la derrota de España por las fuerzas Cubanas durante la estación de las lluvias. El discurso principal en favor de la Enmienda Turpie fue pronunciado por el Senador FORAKER destacado jurista en materia constitucional de los Estados Unidos. FORAKER negó al Congreso derecho alguno para dar poderes al Presidente o asi mismo "para crear y establecer un gobierno estable en la Isla de Cuba para beneficio del Pueblo Cubano" A continuación señaló la inconsistencia de la Resolución de la Mayoría, al decir ésta "que el Pueblo de Cuba era y debe ser libre e independiente y que los Estados Unidos se reservarán el derecho y poder, para establecer para ese pueblo independiente un gobierno tal que a nuestro juicio y opinión pueda ser eatable". Rechazando el argumento presidencial de que la República de Cuba no merecía el reconocimiento, FORAKER demostró que el llamado "Gobierno de papel" era un "excelentísimo gobierno, que efectuaba elecciones, operaba un servicio postal, recaudaba impuestos y mantenía escuelas públicas. Cierto que no tenía puertos, pero hay muchas naciónes sin puertos que han sido reconocidas por los Estados Unidos. Tiene una capital fija, localizada en Cubitas donde operan las oficinas del Gabierno". Apoyando a FORAKER habló el Senador de Kentucky William LINDSAY. El 16 de Abril de 1898, el Senado de los Estados Unidos aprobó la Enmienda TURPIE por 51 votos a favor y 37 en contra. Ese mismo día el Senado aprobó por votación nominal la ENMIENDA TELLER, presentada por el Senador de Colorado Henry M. TELLER. Esta fue una firme declaración de que los Estados Unidos renunciaban a todo poder sobre Cuba, una vez que la Isla fuese pacificada Su alcance lo verían los verdaderos patriotas más tarde, cuando las pretensiones imperiales de los Estados Unidos pusieron en peligro la existencia de la República de Cuba. Fue el éxito más brillante del "lobbysmo" Cubano. El contenido de la ENMIENDA TELLER es el siguiente: "Los Estados Unidos por la presente rechazan cualquier disposición o intención de ejercer soberania, jurisdicción o control sobre dicha Isla, excepto para la pacificación de la misma, afirma su determinación de que cuando haya alcanzado estos objetivos dejará el gobierno de la Isla a su pueblo". Antes de enviar las resoluciones aprobadas a la Cámara de Representantes, el Senado aprobó por votación nominal una moción afirmando "su reconocimiento de la independencia del Pueblo y República de Cuba". Los enemigos de Cuba combatieron la Resolución Senatorial. The New York Times, edición del 18 de Abril 1898, dijo: "Esperamos que la Cámara se mantendrá firme como una roca en contra de la parte de la Resolución del Senado que reconoce la República de Cuba. Si no fuere así sería deber del Presidente vetar la Resolución". El mismo día la Cámara aprobó la Resolución del Senado, pero después de quitarle lo referente al reconocimiento de Cuba, la votación fue de 178 a favor y 156 en contra, de los cuales 13 republicanos se sumaron a los demócratas y populistas. Si no se sumaron más republicanos fue debido a la presión ejercida por el Presidente de la Cámara, el representante REED, hombre de McKinley. El acuerdo de la Cámara forzó el nombramiento de un Comité Interparlamentario para resolver las diferencias. A las 02:00 del 19 de Abril de 1898, se llegó al compromiso de mantener la ENMIENDA TELLER y una provisión para el reconocimiento de la independencia de Cuba, pero se eliminó toda referencia al Gobierno Cubano. En el Senado, demócratas, populistas y algunos republicanos continuaron luchando en favor del gobierno Cubano; pero la creciente presión de McKinley logró la capitulación del Senado, y éste pasó la resolucicn de compromiso por una votación de 52 votos a favor y 35 en contra. La Cámara la aprobó en votación de 311 a favor y 6 en contra. El Presidente la promulgó el 20 de Abril de 1898. Los Cubanos la conocemos por el nombre de "Resolución Conjunta". Una semana más tarde, el 25 de Abril de 1898, fue declarada la guerra a España, con retroactividad al 21 de Abril de 1898, fecha en la que España entregó sus pasaportes a los diplomáticos de los Estados Unidos y se había iniciado el bloqueo de la Isla por los Estados Unidos. La Junta Cubana de New York enseguida declaró que el Gobierno Cubano y su ejército cooperarían efectivamente con los Estados Unidos. Es de suponer que debe haber habido debates para llegar a esta decisión; sobre todo si tenemos en cuenta la desconfianza de los Cubanos en cuanto a las intenciones de los Estados Unidos, la que quedó más que demostrada por las reiteradas declaraciones de nuestros líderes, y sobre todo por la circular que la Junta Cubana de New York envió a todos sus organismos y filiales, a raíz del hundimiento del Maine, mediante la cual se ordenaba frenar toda propaganda que pudiese llevar a los Estados Unidos a la Guerra. Gonzalo de Quesada, que nunca fue anti-norteamericano dijo: "No queremos la intervención armada, ni pedimos a los Estados Unidos que tome ningún paso radical. El reconocimiento de Cuba terminará la guerra y nos dará la victoria. Esto es todo lo que pedimos a los Estados Unidos". Pero la realidad del momento fue determinante. Como se ve, si grandioso fue el esfuerzo de los mambises en los campos de Cuba Libre, no menos lo fue la actividad de nuestros mambises en los Estados Unidos de América. Podemos afirmar que de no haberse utilizado el "lobbysmo" sobre los centros de poder de los Estados Unidos, la suerte de Cuba pudo haber sido la de Las Filipinas, o, en el peor de los casos, igual a la de Puerto Rico. Un somero análisis de como nuestros "lobbystas" trabajaron, apunta hacia la manipulación de las fuerzas anti-católicas y anti-negras de los Estados Unidos; lo que explica, en parte, el apoyo que siempre encontraron en el Sur de los Estados Unidos y sus congresistas. Estas fuerzas temían la incorporación de una población con una culture, etnia y religión distintas a las suyas. Además, consideraban que la mayoría de la misma estaba integranda por negros. La importancia del grupo Janney-McCook es de primer orden. Tanto en lo señalado en el párrafo anterior, como en la manipulación de otros factores determinantes en el Congreso de los Estados Unidos. Recordemos que por el segundo contrato entre este grupo y la Junta Cubana de New York se comprometía la entrega de $ 37.5 millones de dollares en bonos de la República de Cuba, para trabajar por el reconocimiento de la beligerancia y del gobierno Cubano. No está claro, y es difícil llegar a conclusiones, como trabajó este grupo después que McCook se convencio de que nada podía esperarse del Presidente McKinley en favor de la causa Cubana, mientras se discutía la Resolución Conjunta. Pero una semana antes de que el Senado aprobara la ENMIENDA TELLER, Charles Grosvenor, representante por Ohio, preguntó en el pleno de la Cámara: " ¿Quién es John McCook?" Se respondió asi mismo: "Es el representante legal de la Junta Cubana de New York, detrás del cual estan 400 m~llones de dollars, mas o menos, en bongs que se.ran val~dos por el reconocimiento de la Independencia de Cuba por los Estados Unidos". Después de aprobada Ia Resolución Conjunta, Samuel Janney, representando al sindicato de New York, pidió a Estrada Palma una compensación por el cumplimiento parcial del contrato. Aunque Estrada Palma objetó que la Resolución Conjunta como había sido aprobada no reconocía la Independencia de la República de Cuba, lo que estipulaba el contrato, él creyó que el sindicato tenía derecho a una compensación por el trabajo realizado. En su informe a la Junta Estrada Palma escribió: " . . . este resultado fue debido en gran parte a los repetidos esfuerzos de las fuerzas que Mr. Janney ha dirigido, quien puso al servicio de Cuba toda su energía, toda su influencia, toda su actividad, como puede corroborar el Sr. Quesada, quien tuvo la ocasión de observer en.Washington la eficiencia en las negociaciones conducidas por el arriba mencionado caballero en relación con importantes elementos de esa ciudad". Actuando acorde con lo recomendado por Estrada Palma la Junta pidío al Consejo de Gobierno de la República de Cuba que se compensara al Sindicato. El Consejo aprobó la entrega de Bonos de la República de Cuba por valor de dos millones de dollars, que devengarían el 6% de interes anual. Estrada Palma entregó los bonos a Janney y McCook. Cuando se instauró la República ésta reconoció la deuda Los bonos fueron redimidos gradualmente por el Gobierno Cubano. El último pago se efectuó el 11 de Enero de 1912. Las partes contratantes siempre rnantuvieron gran discreción sobre la finalidad del asunto. Incluso cuando el congreso Cubano conoció del Mensaje Presidencial solicitando la situación de fondos para el pago de intereses y principal, Don Tomás Estrada Palma actuó de manera que no se discutiera la deuda. La primera información pública sobre el trato de los bonos apareció en 1904. En ese año se celebró la Exposición de St. Louis en conmemoración de la compra de la Louisiana. La Secretaría de Agricultura, Industria y Comercio de Cuba publicó en español e inglés un folleto escrito por Manuel Luciano Díaz, titulado: "La República de Cuba: Un breve bosquejo". Trataba principalmente sobre el gobierno y su economía. Dos páginas estaban dedicadas a "Los Bonos Cubanos", y en uno de los párrafos se describía brevemente: el contrato entre el Delegado Plenipotenciario Estrada Palma y "personas de influencia y posición en los Estados Unidos" "Como resultado de esa negociación—escribió Díaz importantes trabajos se hicieron por la causa Cubana, y el Delegado, para cubrir obligaciones contraídas, emitió bonos con la aprobación del Consejo de Gobierno por valor de $2,000,000 en pago de dichas obligaciones". (Copia del folleto en Pan American Unión, Columbus Memorial Library.) En este mes de Febrero de 1977 hemos arribado al octagésimo segundo aniversario del inicio de la Guerra de Martí. Vaya este humilde trabajo como homenaje a aquellos hombres, fervientes creyentes en el derecho de nuestro pueblo a la independencia y la soberanía, que nunca dudaron de la existencia de nuestra identidad nacional, y que tan magistralmente cumplieron con su responsabilidad. Su ejemplo sirvió para que la generación republicana del 30 lograra, al fin, completar lo que ellos tan arduamente pretendieron: Una República no mediatizada. Cuando flaquee el espíritu o la fé en nuestro destino como nación, volvamos nuestros ojos a los que nunca dudaron, a los trabajadores incansables por nuestros derechos e identidad nacional. Gracias a todos por haberme escuchado.
J. Jerez Villarreal
|
A favor: 64
|
Allen |
Cullom |
Jones (Ark.) |
Proctor |
|
Allison |
Daniel |
Kyle |
Quay |
|
Bacon |
Davis |
Lindsay |
Roach |
|
Baker |
Dubois |
Lodge |
Sherman |
|
Bate |
Elkins |
McBride |
Shoup |
|
Berry |
Faulkner |
McMillan |
Smith |
|
Brown |
Frye |
Mantie |
Squire |
|
Burrows |
Gallinger |
Martin |
Stewart |
|
Butler |
Gear |
Milis |
Teller |
|
Call |
Gibson |
Mitchell(Orc.) |
Thurston |
|
Cameron |
Gorman |
Morgan |
Turpie |
|
Cannon |
Cray |
Nelson |
Vest |
|
Carter |
Hawley |
Pasco |
Walthall |
|
Chandler |
Hill |
Peffer |
Warren |
|
Clark |
Irby |
Perkins |
White |
|
Cockrell |
Jones(Nev.) Pirtchard |
Wilson |
En contra: 6
|
Caffery |
George |
Morrill |
|
Chilton |
Hale |
Wetmore |
Abstensiones: 18
|
Aldrich |
Gordon |
Palmer |
Tillman |
|
Blackburn |
Harris |
Pettigrew |
Vilas |
|
Blanchard |
Hoar |
Platt |
Voorhees |
|
Brice |
Mitchell (Wis.) |
Pugh |
Wolcott |
|
|
Murphy |
Sewell |
La Enmienda Turpie en el Senado de los EEUU. que reconocía el Gobierno de Cuba, en lo que luego se conocería como la Resolución Conjunta, obtuvo la siguiente votación:
A favor: 51
|
Míen |
Gallinger |
Mason |
Roach |
|
Bacon |
Harris |
Milis |
Smith |
|
Baker |
Heitfeld |
Mitchell |
Stewart |
|
Bate |
Jones(Ark.) |
Money |
Teller |
|
Berry |
Jones(Nev.) |
Murphy |
Thurston |
|
Butler |
Kenney |
Nelson |
Tillman |
|
Cannon |
Kyle |
Pasco |
Turley |
|
Chandler |
Lindsay |
Penrose |
Turner |
|
Chilton |
McEnery |
Perkins |
Turpie |
|
Clay |
McLaurin |
Pettigrew |
Vest |
|
Cockrell |
Mallory |
Pettus |
White |
|
Daniel |
Mantle |
Quay |
Wilson |
|
Foraker |
Martin |
Rawlins |
En contra: 37
|
Aldrich |
Fairbanks |
Hoar |
Sewell |
|
Allison |
Faulkner |
Lodge |
Shoup |
|
Burrows |
Frye |
McBride |
Spponer |
|
Caffery |
Gear |
McMillan |
Warren |
|
Carter |
Gorman |
Morgan |
Wellington |
|
Clark |
Gray |
Morrill |
Wetmore |
|
Cullom |
Hale |
Platt(Conn.) |
Wolcott |
|
Davis |
Hanna |
Platt (N.Y.) |
Deboe Hansbrough Pirtchard
|
Elkins |
Hawley |
Proctor |
Ausente: 1
Walthall
La Cuestión Cubana en la Plataforma del Partido Republicano para la Campaña Presidencial de 1896.
He escuchado durante mi vida a tribunos y oradores. Aunque parezcan similares no lo son, ya que los primeros convencen y conmueven y los segundos solamente hablan. Un discurso es algo más que comparecer ante el páblico y dirigirle un determinado mensaje, Hay que acompañarlo con la verdad, algo que muy pocas veces se adviene en las palabras que se pronuncian, REPLICA / PAGINA 4 JUEVES 3 DE MARZO, 1977 Nuestro "Lobbysmo" cuando la Lucha Independentista Cubana
El "Lobbysmo" o cabildeo - actividad para ganar partidarios de un cabildo, el cabildo politico que desde fines del siglo pasado es Washington, durante la lucha independentista cubana, fue el tema, para nosotros muy ilustrativo, con el que aprendimos algunas cosas; pero ademas sugeridor, elegido por el arquitecto José A. Adán Rodríguez para formalizar su ingreso en la Academia de la Historia de Cuba. Academia permitasame una digresion que juzgo necesaria - que ha sido recreada por el cubano libre del exilio, porque en Cuba la que alla habia, ha sido suprimida de un plumazo por el regimen. Suprimida, repito, de modo oficial. No por la via ominosa de retirarle apoyos, hacerla objeto de la indiferencia oficial o simplemente ignorarle. El regimen la suprimio por inutil. Inutil, mas bien peligrosa, para ellos. Por no encajar en el sistema. Sencillamente porque el sistema, como todos sabemos, ha detenido la historia en nuestra patria. Ha paralizado el mecanismo del querer, del pensamiento historico. El que en cada momento es la resultante del ayer, del presente que se vive y el futuro que se desea. Que allí en Cuba y en ningun pais comunista existe como fenomeno social . Por falta de lo que en el seno de las masas debe tenerse por vivencia - vivencia popular - y dialogo el dialogo que contribuye al darle solidez y confiabilidad a aquellas. Porque el "ayer", tal como debe ser interpretado, el "hoy" tal como debe ser y el "futuro" el responsablemente prefabricado de acuerdo con la dogmatica marxista, esta en manos del Partido. De su oligarquia que si no de sabios la forman hombres energicos, ambiciosos y audaces dominados por objetivos precisos. Por una estrategia que respetan y a la que por nada renuncian. Con la que han llegado a todas las formas de amenazas y crimenes, sin que hasta ahora los hayamos detenido. Por falta de las qualidades, para hacer el bien, que ellos tienen y preservan para hacer el mal. La conferencia, volviendo al tema, del compatriota José A. Adán Rodríguez, esta fuera del interes de un marxista. Nada les dice a estos y ademas los niega. La conferencia de José A. Adán fue para hombres libres. Para hombres con respeto hacia la dignidad de la persona humana. A los que lo humano les llega. Que estudian y analizan al hombre y a sus sociedades desde perspectivas sensibles y honestas. Confieso que fui vivamente impresionado por la disertacion del compatriota Adán. Trabajo sobre un tema cubano muy poco conocido y de lo poco de el se conoce a nivel popular, lo conocemos malevolamente estigmitizado. Distorsionado por los criticos de este pais y los que nos envidiaron como pueblo y nos hudieron. No dudo que todo joven cubano, como cualquier ciudadano con mediana cultura poiltica debe antes de tomar partido y o hacerse de juicios definitivos en relacion con los contactos politicos de Cuba y los EE.UU., examinar la catarata de testimonios citados por Adan en su conferencia. Con ella a la vista el lector se acercara a un pasado de "grandeza y miserias" tomando la expresion un dia tomada por Clemenceau., pero donde, para mi, hubo mas grandeza que miserias y sin negar que de estas hubieron no pocas y muy influyentes. La lectura que nos ofrecio José A. Adan, me ratifico en la creencia de que nuestro triunfo depende, primero de la estragia innegociable que abracemos - no pido precisamente una ideologia - , con la que concienticemos al cubano. Que sirva para ponerlo en marcha, afirmar su fe, su creencia y devocion por la libertad. No para hacer "lobbysmo", que no rechazo y juzgo beneficioso cuando es manejado por hombres de la envergadura moral de un Estrada Palma y un Gonzalo de Quesada, sino para ganarnos la calle que hemos descuidado; el respeto y simpatias de esta, a la que en gran medida, en este pais, se debio el triunfo de nuestra revolucion independentista. Me sentiria bien si viese la conferencia de José A. Adan impresa y profundamente repartida en nuestra juventud preocupada, con interes cubano. Con el material de ella pueden ser escritos diez o doce volumenes. Con su material podemos meditar, mucho, muchisimo, sobre el camino necesario, el que todavia no hemos emprendido.
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8 DE MARZO DE 1977 DIARIO LAS AMERICAS - Pág. 5
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