Cuba, España y los Estados Unidos | Organización Auténtica | Política Exterior de la O/A | Temas Auténticos | Líderes Auténticos | Figuras del Autenticismo | Símbolos de la Patria | Nuestros Próceres | Martirologio |
Presidio Político de Cuba Comunista | Costumbres Comunistas | Temática Cubana | Brigada 2506 | La Iglesia | Cuba y el Terrorismo | Cuba - Inteligencia y Espionaje | Cuba y Venezuela | Clandestinidad | United States Politics | Honduras vs. Marxismo | Bibliografía | Puentes Electrónicos |
Marzo 17 de 1923
El honroso cargo, que
inmerecidamente venimos desempeñando, de Presidente de la Sociedad Económica
de Amigos del País y la consideración de ser ésta la más antigua corporación
cubana, fundada en 1752 precisamente para encauzar las entonces nacientes
energías de la sociedad de Cuba, reunir sus fuerzas vitales y prepararle
brillantes destinos, llevan hoy a nuestro ánimo la idea de que un deber
inherente a esa investidura tradicional nos obliga a dirigirnos a los
elementos que representan la conciencia nacional, inspirándonos en el
espíritu de los antepasados, que de una factoría hicieron una patria, y que
hoy exigen de nosotros nuevos sacrificios, acaso nuevos heroísmos, para que
la patria se perpetúe como nación.
Nuestra patria está
atravesando una pavorosa crisis de un gobierno, no es la crisis de un
partido, no es la crisis de una clase, es la crisis de todo un pueblo.
Con causas muy
complejas, que no importa analizar ahora, pero cuyas principales raíces son
harto claras cuanto dolorosas, han ido socavando los cimientos de nuestras
instituciones culturales, con grave e inminente riesgo para todas las de la
República.
El analfabetismo
aumenta en proporción terrible. La Universidad se agita en convulsión de
medular dolencia. Los demás centros de educación no responden a las
exigencias de la civilización contemporánea. El porvenir de Cuba está, pues,
minado por su base, y el mero dinamismo de las leyes sociales que rigen la
vida de las naciones bastaría para poder augurar con doliente certeza el
aciago derrumbe de las libertades cubanas, si la acción de los elementos
extraños que entrechocan sus impulsos en nuestros mares no hiciera aún más
peligrosa una indefensión nacional debida a la incultura.
La debilitación de
nuestras energías para las ineludibles contiendas que impone la conquista del
progreso, va trascendiendo a otros órganos vitales de la Nación; y si el
abandono de la cultura nos llevaría fatalmente a la pérdida del futuro libre,
no puede silenciarse que ya en el presente ha carcomido instituciones troncales
y nos lleva deshechos algunos girones de libertad. Civilización y libertad
son ideas que se compenetran, y es inconsciencia creer que la libertad de un
pueblo puede asegurarse sin el acrecentamiento de su cultura; como no es
menos cierto que no se alcanza un alto nivel de civilización sin heróico amor
a la libertad.
En Cuba, más que en
otros pueblos, defender la cultura es salvar la libertad.
La ilustración de los
cubanos, a quienes nos dirigimos, hace innecesarias otras consideraciones,
pues la grave y múltiple dolencia la Patria, no se oculta a sus cerebros ni
deja impasibles sus corazones.
Cubanos: ¿dejaremos
que la patria degenere y muera, en lenta o repentina agonía, sin un esfuerzo
nuestro por salvarla?
La Sociedad Económica
de Amigos del País, depositaria del culto a los grandes patricios que nos
dieron civilización, cree que en Cuba aún alientan poderosas fuerzas vitales
bastantes para que los cubanos podamos demostrar nuestra enérgica resolución
de vivir como nación, sabiendo, queriendo y pudiendo conquistar nuestro
porvenir por nuestra sola voluntad.
Solo es preciso que
los elementos cultos de nuestra nación abandonen la pasividad infecunda del
pesimismo y de la desconfianza, y que fuera de toda idea partidista que
desviaría los más nobles propósitos, organicen una regeneradora propaganda:
avivando una fe, que el pueblo no ha perdido; implorando de las autoridades
republicanas la creación de los miles de escuelas que la libertad de nuestros
hijos exige; llevando hasta las clases más abandonadas el anhelo de la
cultura; reclamando la mayor eficiencia en todos los servicios públicos;
robusteciendo en nuestra sociedad, por la fuerza incoercible de la opinión,
el imperio del derecho y la efectividad de las sanciones jurídicas; y, en
fin, dando a la sociedad cubana y aun al extranjero que nos contempla, la
sensación real de que Cuba tiene energías propias para asegurar su propio
progreso y de que nuestra nación no quiere ni debe, ni puede morir.
A todos los cubanos
que sientan la zozobra de estos tristes días, y en cuyo corazón aliente la fe
en el triunfo por el propio esfuerzo, se dirige este llamamiento de quien sin
posibles ambiciones personales y en esta presidencia de la centenaria.
Sociedad de Amigos del País, acaso se siente movido por el orgullo de creerse
intérprete de los hombres del pasado para poder exhortar sincero a los del
presente a que no sean, por débiles o descreídos, cuando no por descarriados,
ni malos hijos de aquellos que nos dieron civilización y libertad, ni malos
padres de los del porvenir, que acaso un día no puedan por culpas nuestras
gozar ufanos de la gloriosa herencia.
El porvenir de Cuba
está hoy, como estuvo siempre, en poder de sus propios hijos. La fraternidad
extranjera ha podido antaño y puede hoy día atenuarnos obstáculos y
brindarnos colaboraciones estimables; pero no se salva pueblo que no se salva
solo; ni puede nadie dar vida a una nación si ésta, en inconsciencia suicida,
no quiere animar todas las energías de su ser.
La «Sociedad
Económica de Amigos del País» suplica a todos los cubanos conscientes unos
instantes de meditación cuando allá en la santidad de los hogares, junto a la
esposa que se ama y a los hijos que mañana serán nuestros jueces, puedan
pensar, serenos y lejos de influencias y pasiones insanas, sobre lo que hemos
hecho del gran legado nacional de nuestros padres y de si podremos
transmitirlo íntegro a nuestros hijos.
Y si el cubano medita
acerca del triste futuro que a todos nos espera sin una inmediata acción
salvadora, surgirán de su ánimo vigores íntimos e insospechados y habrá, sin
duda, de sentir impulsos hacia un movimiento renovador de las energías
nacionales, que este llamamiento quisiera inspirar. A nadie se excluye de él,
cubanos de todas las profesiones, de todos los partidos y de todas las clases
sociales; sólo no se espera nada de los que no tengan fe en Cuba, ni tesón
viril en sus ideas y propósitos, ni de aquellos que ante las desgracias de la
Patria no sienten el sonrojo de la vergüenza.
¡Cuba Libre
por los cubanos y para los cubanos!
Raimundo Cabrera
Presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País.
Habana, 17 de marzo de 1923.
Cuba, España y los Estados Unidos | Organización Auténtica | Política Exterior de la O/A | Temas Auténticos | Líderes Auténticos | Figuras del Autenticismo | Símbolos de la Patria | Nuestros Próceres | Martirologio |
Presidio Político de Cuba Comunista | Costumbres Comunistas | Temática Cubana | Brigada 2506 | La Iglesia | Cuba y el Terrorismo | Cuba - Inteligencia y Espionaje | Cuba y Venezuela | Clandestinidad | United States Politics | Honduras vs. Marxismo | Bibliografía | Puentes Electrónicos |
Organización Auténtica